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José Emilio Munera

Entre la tercera y la audiencia

Muy mal tiene que ver el panorama Enrique Ortiz para mover ficha y anunciar por persona interpuesta, su «para-rayos» Quique Hernández, que está dispuesto a vender el Hércules tras 20 años de fracasos deportivos y desprestigio social e institucional.Pero es que el panorama está muy mal: en lo deportivo y en lo judicial.

En los terrenos de juego, el equipo está cada semana mas cerca del descenso a Tercera División, pocos meses después de pelear por el retorno al fútbol profesional. Y en los juzgados, el 30 de junio está previsto el comienzo del juicio en la Audiencia Provincial por el presunto amaño del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) contra Ortiz y los exalcaldes Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo.

El empresario que mueve los hilos del Hércules desde hace más de 20 años ha dado sobradas muestras de que lo deportivo es contingente, pero no necesario (eterno Cuerda). En este periodo el club ha protagonizado toda suerte de escándalos de ascensos comprados, partidos vendidos, impagos a jugadores y acreedores públicos y privados... Ortiz se ha fumado otro puro y se ha puesto el mundo por montera. El hombre es fajador y un gran encajador. Pero la justicia es algo más seria que el fútbol y él lo sabe. Tras pactar con la Fiscalía su confesión como financiador ilegal del PP en la trama del «caso Brugal» para atenuar la condena, ahora le llega la vista oral por los chanchullos del PGOU. Y Ortiz no quiere llegar a este nuevo juicio con medio millar de herculanos a las puertas de la Audiencia a montarle la bronca por un hipotético descenso a Tercera mientras en la sala de vistas se juzga su presunto trato de favor por parte de los políticos en el planeamiento urbano de la ciudad.

Ortiz no entiende de fútbol, como ha quedado sobradamente acreditado en estos 20 años, pero sí de política y de asuntos de tribunales: sabe que la justicia puede ser ciega, pero no sorda. Y no quiere «juicios paralelos» mediáticos y en la calle, al tiempo que se dilucidan asuntos penales de calado que pueden terminar muy mal y acarrear consecuencias más graves que un descenso a Tercera. Por eso «tira la toalla» y dice que está dispuesto a vender, después de haber invertido unos 45 millones de euros en el Hércules y haber generado una deuda multimillonaria y un sinfín de conflictos tras buscarse los peores socios imaginables.

Como quiera que la contestación social va en aumento y en paralelo al fracaso deportivo, Ortiz no quiere que el descontento se enquiste aún más y tenga reflejo en su horizonte judicial inmediato. De ahí que envie al «hombre bueno» de Quique Hernández a anunciar su predisposición a vender, pero sin concretar cantidades, plazos, ni condiciones. Simplemente, su voluntad de desprenderse del club a cuatro meses de sentarse en el banquillo... Pobre Hércules: el equipo rumbo a Tercera, sin encontrar a un quinto entrenador para este año, y su dueño pendiente de la Audiencia Provincial. Tiene delito la cosa.

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