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Francisco Esquivel

Opiniones

Francisco Esquivel

Los plano secuencia

La Academia de cine estadounidense, que ha decidido prescindir de presentadores en su legendaria gala, no ha tenido otra que engañarse y tirar de una pareja cómica para tratar de arrancarla dotando de ese modo a esta de los tres minutos de condimento más sabroso de la cita, distinciones aparte, antes de dar paso a la Operación Triunfo en que han convertido la velada. Y así Jólivu, desde luego, canta.

Junto a Chris Rock, Steve Martin dio la bienvenida y recordó que un par de años atrás hubo un gran desastre en los Oscar donde accidentalmente leyeron el nombre equivocado nada menos que con la mejor cinta en juego. «No fue culpa de nadie», repuso. «Pero han garantizado que no sucederá este año porque la Academia ha cambiado a la nueva aplicación del caucus de Iowa». Junto a este mandoble creo que, en el campo de la rabiosa actualidad, el otro que hubo lo protagonizó Brad Pitt y confío en no cagarla como Bruce Lee para que Tarantino no me haga picadillo al estilo de la memorable secuencia del peliculón que se ha marcado el pollo. Tras recibir su primera estatuilla por una actuación, el galán deslizó: «Me dijeron que tengo 45 segundos, lo que son 45 segundos más de los que el Senado le dio a John Bolton esta semana». Lo siento por nuestra derechona, pero el capón a los demócratas superó en tiempo al que se le dedicó a Trump y, por muy en la indigencia que ande la oposición, hay que ser unos artistazos para conseguirlo.

En la era de los mensajitos, de la sobrevalorada interactuación, del yo me lo guiso, yo me lo como, del desdén por la sustancia que da poso al caldo de cultivo, la escuchimizada ceremonia alcanzó en Estados Unidos la audiencia televisiva más baja de su historia, lo que no quita para que Twitter ardiera rebosante de chorradas. Por fortuna la producción nacional resiste confirmándose que el aznarismo ha tomado Génova a base de bien, lo que nos devuelve estos planos: el retorno desafiante de un clásico y, a resultas, que con la flor de Sánchez no puede ni el coreano.

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