Acentuada visualidad

De nuevo, la alcahueta o vieja hechicera especializada en materia de amoríos. Ha tenido numerosas versiones, pero Fernando de Rojas concibió su comedia humanística, de 1499, solo para la lectura. Este tipo de obras surgió en la Italia del XIV. Y un influyente híbrido entre la novela y el teatro. El interés recae, sobre todo, en la artesanía de Ricardo Iniesta, responsable de la adaptación y dirección. Es imprescindible realizar un riguroso trabajo de dramaturgia. Lo ha hecho Iniesta, el artífice de Atalaya, equipo de investigación, desde 1983, que ha visitado los cinco continentes. A la galardonada compañía andaluza la vimos con este espectáculo en 2013, en el Paraninfo de la UA. Celestina. La tragicomedia nos recuerda aquel trágico amor de los amantes de Verona, Romeo y Julieta. Puede tener un tratamiento realista o una expresividad de corte abstracto. La segunda opción, al estilo de la farsa popular, funde la expresión física y el texto, como es habitual en las artes visuales de Atalaya. El peligro de caer en cierta frivolidad y en la grandilocuencia se hace patente. Ahora bien, se impone el talante de un «teatro teatral» y destacan la minuciosa dirección de Ricardo Iniesta, la música y el elaborado diseño de luces, creador de atmósferas. La tragicomedia de Calisto y Melibea desprende algunas reflexiones. Los valores materiales por encima de los más trascendentes, o la unión de los pobres para defenderse mejor de los poderosos. Las escenas mantienen el carácter textual de Fernando de Rojas, pese a la lógica y notable reducción. Aun así, la densidad es evidente, y los numerosos espacios se simplifican ayudándose con sugestivos soportes en el 4 Festival Internacional de Teatro Clásico de Alicante. El personaje de la universal alcahueta requiere actrices que expongan sus matices expresivos. Entre otros intérpretes asumiendo las formas mencionadas, ofrece ese relieve la veteranía de Carmen Gallardo. La pasión de una insumisa Melibea (Silvia Garzón) le conduce al suicidio ante la muerte accidental de su amado Calisto (Raúl Vera). El padre (que acoge el mismo actor) lanza al amplio público un doloroso monólogo acerca de la inestable fortuna y lo arbitrario de la existencia.