Mis recuerdos de aquella época comparten la vida en el Jorge Juan con la aventura diaria de la ida-vuelta desde Mutxamel en el tranvía número 4.

El recuerdo más entrañable va

dedicado a mi madre, que diariamente me esperaba a la puerta de

casa con el tazón de leche y galletas para que no me fuera sin desayunar, teniendo que coger el tranvía prácticamente en marcha y no perderlo al pasar delante de casa.

La hora del tranvía yendo a Alicante hasta la plaza Quijano era muy enriquecedora, con todo el grupo de las mujeres «cigarreres»

que iban a trabajar a la Fábrica de Tabacos y que cuidaban a los tres de mi curso que íbamos al Instituto. Repasábamos las lecciones durante el trayecto, con sus paradas para el cruce del tranvía en sentido contrario.

Nuestra promoción, que empezó en el Instituto en 1955, fue la primera en ir desde el principio a su nueva ubicación. Hasta 1962, con cuatro años de Bachiller Elemental, dos de Bachiller Superior y uno de Pre-Universitario da para mucho.

Como el Jorge Juan era «el» Instituto de Alicante, chicos y chicas íbamos juntos, aunque en los años del Elemental en grupos separados; después ya sí en el mismo grupo porque la separación era entre Ciencias y Letras.

Los nombres de Antonio Villora en Matemáticas, María Pascual en Lengua y Literatura, García Dorado en Latín, Abelardo Rigual en Naturales, Juan Masiá en Geografía e Historia, Isabel Zulueta en Francés o Fernando Puig en Filosofía, además de otros, me vienen a la memoria.

De todos ellos guardo un recuerdo imborrable, con un nivel intelectual y dedicación insuperable. Gracias por una formación

que fue fundamental para mi vida posterior.

De la actividad académica, lo que quizá más me asombró «a posteriori» -cuando ya me dediqué a mi profesión de físico-, fue

que el curso de filosofía de Puig, con una personalidad asombrosa moviéndose entre adolescentes, contenía no sólo Lógica, Metafísica, Economía o Sociología, sino también Cosmología.

Las nociones de Espacio y Tiempo las dábamos en Filosofía. Quizá por la filosofía natural de la antigua Grecia. La conversión de la cosmología como ciencia física al cien por cien ha sido espectacular en las últimas décadas.

En el PreU teníamos tres materias monográficas, además de

asignaturas convencionales: Fuentes de Energía, La Propiedad y El Villano en su Rincón de Lope de Vega.

Pues bien, formé parte de un grupo de actores y actrices que fuimos representando obras de Lope de Vega por la geografía provincial. Un compañero de curso me dio hace unos pocos años un «incunable»: una copia de un pequeño poster con el anuncio teatral ¡en el Chapí de Crevillente!

La excursión del final de PreU a Andorra, dirigida por la Señorita Segovia -de La Propiedad-, tuvo muchas anécdotas, pero la más interesante se la dejo a Eliseo Pascual, mi compañero de mesa durante tantos años, que compró un microscopio y tuvimos que pasarlo desmontado en piezas por la frontera. ¿Cómo? ¿Dónde?

Y no quiero terminar sin recordar a los tres compañeros que, año tras año, formamos un grupo de «futbolín» de altísimo nivel competitivo. Es asombroso que, en la media hora de descanso, nos

daba tiempo a bajar del Instituto a un bar de Pérez Galdós, comer el bocata, jugar al futbolín, subir al Instituto ¡¡¡y llegar a tiempo a la clase!!!