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Semana y media

Andrés Castaño

El paseo del ateo que saludó a Dios

Lunes

TOREO DE SALÓN

Paseando por un bulevar parisino, el ateo Victor Hugo se detuvo para descubrirse al paso de una procesión religiosa y aclaró a su acompañante: «No me hablo con Dios, pero le saludo». Parafraseando al escritor, un grupo de diputados ha hecho novillos durante el discurso del Rey en el Congreso y ejecutado un desplante, que es un gesto toreril e inequívocamente español como corresponde a cinco grupos independentistas. Ellos saludan al Rey en el tercio de protocolo, pero castigan a la monarquía española con la muleta. Es una faena coherente, aunque tienda a desarrollarse con groserías innecesarias como en el comunicado conjunto que Rufián ha leído en un salón del Congreso mientras Felipe VI inauguraba su «annus horribilis». Por una de esas coincidencias cósmicas que de cuando en cuando hacen que un barco se hunda tras su botadura, los revoltosos son 29 diputados que representan al 9% del electorado; sin embargo, estas liliputienses cifras bastan para que la legislatura dependa de su voluntad. No alcanzo a entender cómo algunas personas sagaces y con un denso historial político creen que todo esto puede terminar sin una interpretación coral del canto miserere.

martes

PARECIDO IRRAZONABLE

La ministra de Hacienda y portavoz ocasional del Gobierno ha comparado la futura reunión entre Sánchez y Torra con las que mantuvieron hace cuarenta años Adolfo Suárez y Santiago Carrillo. Da la impresión de que Moncloa ha organizado un castin de portavoces sin que hasta la fecha haya tropezado con el mirlo blanco que combine elocuencia con precisión y nos evite atragantarnos frente a la pantalla. La comparación de Montero sería perspicaz si prescindiésemos de que Carrillo aceptó la monarquía, renegó del patronazgo soviético, descartó la opción revolucionaria y modeló a CC OO como un sindicato razonablemente reivindicativo. Así se incorporó el PCE a la Transición, un proceso de deconstrucción del Estado que requería unidad de convicción, compromiso y propósito. Admitiendo con benevolencia colosal que la figura de Sánchez sea remotamente similar a la de Adolfo Suárez, es tan disparatado equiparar a Torra con Carrillo como a Einstein con O. J. Simpson porque ambos fueron portada de Time. La propia ministra dio inadvertidamente con la clave: «Suárez y Carrillo defendían modelos de España radicalmente distintos». Es decir, tenían un modelo de España.

miércoles

CELTIBERIA

El alcalde de Oporto ha propuesto una especie de unión entre España y Portugal, a semejanza del Benelux integrado por Bélgica, Holanda y Luxemburgo, que supondría una coordinación de estrategias y el acercamiento político tras siglos de reticente vecindad espalda contra espalda. Argumenta que esta colaboración ya se da entre ciudades de ambos países y que, aun hablando idiomas distintos, «nos entendemos» (soy escéptico en este punto, ya que mi yerno es portugués y no he logrado entenderle una palabra en dos años). El alcalde sugiere el nombre de «Iberolux», que recuerda una marca de lavavajillas por lo que quizás deba rescatarse el de «Federación Ibérica» que propuso Maragall siendo presidente de la Generalitat como un intento de superar el nacionalismo cerril de sus paisanos. Maragall pensaba que en la península convivían varias naciones y su solución parecía plausible para quienes creen que «nación» es un concepto benéfico y no la miniaturización de intereses. Naturalmente, aquello era tan inocuo como el «Iberolux» del alcalde: los aguafiestas habituales objetarán que ellos no son iberos, sino celtas, vascones o ilergetes.

jueves

EL SÍNDROME DE CHINA

Hay dos formas de seguir el rastro del coronavirus. La primera son los informativos de televisión, que han convertido a los cinco turistas alemanes de La Gomera colocados bajo cuarentena en una versión de los jinetes del apocalipsis con guayabas y mascarilla. Una locutora resalta con gesto grave que algunas empresas han adoptado una «política de no apretón de manos», sustituyendo el saludo por el de entrechocar los puños. Obviamente, nuestra tradicional tendencia al besuqueo ha sido proscrita y los rollitos de primavera son ya artículo de riesgo. La segunda ruta para indagar es la OMS, que se ocupa de las emergencias sanitarias globales e informa a la opinión pública sin la servidumbre de tener que difundir catástrofes para equilibrar el balance. Ayer, su directora comunicó tímidamente algunos datos: excluyendo a China, hay 191 casos detectados en 24 países con una sola víctima; en China, se han producido 25.000 casos y 490 muertes en una población de 1.300 millones de personas (11 millones en Wuhan, el foco de la epidemia). He supuesto que las televisiones darían noticia de todo esto, pero sigo esperando en el sillón mientras transcurre el parte de calamidades.

viernes

UNIDOS PARA SIEMPRE

Como primera providencia, nadie con cierta consideración hacia su dignidad es recibido por su anfitrión con un insulto sin dar media vuelta instantáneamente. Y el lacito amarillo de Torra humilla a un Estado al que se acusa de «falsa democracia» por encarcelar a políticos discrepantes (España padece una democracia tan pintorescamente falsa que los golpistas condenados a varios años de prisión ya duermen en casa). Era palmaria la sensación de un encuentro entre iguales, el inhabilitado presidente de una comunidad en bancarrota y su colega estatal que debe el cargo al clan del inhabilitado, por lo que no me sorprenden la pompa pueblerina ni el toque exótico de unas docenas de manifestantes patibularios. Es sencillamente hilarante la síntesis del encuentro que dan los medios adictos: Sánchez ofreció 4.000 millones a Torra por quitarse el lazo amarillo. Hay que leer una bobada tan absurda con cierto énfasis para sujetar las carcajadas. Por el contrario, conjeturo que la oferta de Sánchez tiene la longitud del menú del camarote de los Marx y finaliza con guion adaptado: «¡Y 4.000 millones!».

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