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Rafael Simón Gil

El ocaso de los dioses

Rafael Simón Gil

La ley de la palanca

Mientras el pomposo y rematadamente cursi «Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030» (sic) publicaba la semana pasada el nombramiento de un «Director General de Políticas Palanca (sic) para el cumplimiento de la Agenda de 2030» (sic) a propuesta del vanidoso y encastado (dícese de los miembros y miembras de una casta) Vicepresidente Segundo del Gobierno, Pablo Iglesias (el otro), los físicos y físicas del mundo entero -excepto España- volvían sobre sus pasos para refrescar los apuntes que de jovencitos estudiantes y estudiantas les llevaron al aprendizaje de la llamada Ley de la Palanca, esto es: «Potencia por brazo de Potencia, igual a Resistencia por brazo de Resistencia»; o lo que es lo mismo: es más fácil girar una puerta cuanto más lejos de las bisagras apliquemos la fuerza, también conocida como Ley de las Bisagras para Puertas Giratorias. Esa ley Palanca (no confundir con la ley Apalancarse hasta el 2030) va a ser asignatura obligada en los nuevos textos de física cuántica de la facultad donde Iglesias, Pablo, el otro, impartía clases contra el aburguesamiento acomodado de las castas políticas.

Mientras la encastada (dícese de los miembros y miembras de una casta) ministra de Igualdad Irene Montero, pareja del vanidoso y encastado (dícese de los miembros y miembras de una casta) Pablo Iglesias, Vicepresidente Segundo del Gobierno, nombraba a Beatriz Gimeno nueva Directora del Instituto de la Mujer y a la expareja de ésta, Boti García, nueva Directora General (no entiendo por qué no aplican el lenguaje inclusivo y dicen directora generala) de Diversidad Sexual ; mientras eso ocurría, digo, Montero, Irene, pareja de Iglesias, Pablo, el otro, (adviertan mis ávidas dos lectoras la estrecha relación de parejas y exparejas emparejados ahora en la endogamia de cargos políticos) nombraba también a Rita Bosaho nueva Directora General (no generala) para la Igualdad de trato y Diversidad Ético Racial (sic). Y mientras todo eso ocurría en la más estricta intimidad del Boletín Oficial del Estado (BOE por sus siglas en español), ocurría asimismo que Beatriz Gimeno abogaba en su día por la penetración anal de los hombres para alcanzar así la igualdad (imagino que con esa proctóloga medicina de eficaz tacto escatológico-depurativo creo que alcanzaremos la igualdad entre el ano que viene y el otro ano, 2021-2022), a la vez que defendía el uso del «hiyab» y el «burkini» para las mujeres musulmanas que lo utilizan. Y para no quedarse atrás en frases políticamente correctas de una dimensión ontológica digna de figurar en la tumba de filósofo Martin Heidegger, Bosaho proponía -según publicaba La Razón y no sé si se ha desmentido- eliminar el black-friday o viernes negro porque esa expresión (black/negro) «supone un desprecio hacia nuestra raza». Quiero pensar que a continuación deberían eliminarse las expresiones «jueves negro», referida al crack bursátil de 1929; «domingo negro», la película de John Frankenheimer; «Septiembre Negro», nombre de la organización terrorista palestina autora de la matanza de los Juegos Olímpicos de Múnich; las «pinturas negras» de Goya, el «cine negro», la «novela negra», los «nubarrones negros», y hasta el «Negre Lloma», singular personaje afincado en Alicante allá por los años 30 del siglo pasado, rematadamente vago y alcohólico según crónicas de la época, y del que el tripartito que gobernó nuestro Ayuntamiento en la anterior corporación pretendía darle una calle con su nombre: «Carrer del Negre Lloma».

Tengo para mí que la lectura obligada del BOE resulta una de las torturas más sofisticadas y crueles que se hayan podido inventar, motivo por lo que que debería estar prohibida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al igual que leer las obras completas de Fidel Castro, el Libro Rojo de Mao o hacer footing embutido en el chándal de Maduro. Pero hete aquí que con las nuevas ocurrencias recogidas en la «Gaceta de Madrid» (antigua denominación del BOE, por si Montero, Iglesias, Bosaho, Boti García o Beatriz Gimeno la confunden con una revista satírica), puede ser razonable y hasta balsámica su lectura como terapia contra enfermedades ligadas a la depresión, el cólico miserere o la piorrea intelectual recidiva.

Pues mientras todo eso ocurría en la España oficial, la otra España, la real, leía con cierta estupefacción no exenta de terror que en este mes de enero se han destruido casi 250.000 puestos de trabajo y se ha registrado el peor dato de afiliación a la Seguridad Social desde el 2013. Pero menos mal que con la Ley Palanca (no confundir con la ley del Apalancamiento) fiada a una Agenda de 2030, gracias a la Potencia del brazo de Iglesias, Pablo, de un lado, junto con la Resistencia del brazo de su compañera Montero, Irene, de otro, la España invertebrada habrá alcanzado el pleno desempleo para esas fechas, menos Cataluña y Vascongadas, que no paran de verse insultantemente obsequiadas con dinero de todos y todas con el fin de que sigan apoyando al bigobierno Sánchez-Iglesias a despecho y escarnio del resto de España. Mientras que en Extremadura les dan palos a los agricultores con la potente palanca de las porras, en Murcia la cuenta corriente es embargada con la enérgica resistencia que le aplica el mismo Gobierno que concede miles de millones al gobierno de Torra para que siga montando embajadas por el mundo con el único objeto de denigrar a España.

Y encima viene a visitarnos un parlamentario europeo de Letonia, Boris Cilevics -a gastos pagados por los españoles- para verificar si en España hay presos políticos encarcelados por sus ideas y trasladarse a continuación a la cárcel para visitar al condenado golpista Junqueras. Por si Sánchez, Iglesias, Montero o Alberto Garzón no lo saben, conviene recordar que Letonia es un país báltico en el que muchos de sus ciudadanos colaboraron durante la Segunda Guerra Mundial con los nazis en el exterminio de decenas de miles de judíos; por no mencionar a la ominosa «Legión letona de la Waffen SS» de la que el actual viceprimer ministro y ministro de Defensa de Letonia, A rtis Pabricks, se siente orgulloso pidiendo a los ciudadanos letones que honren la memoria de esos patriotas SS. ¿No lo sabían nuestros progres gobernantes? Al paso de la palanca al que nos están obligando a desfilar, no me sorprende que España sea hoy un juguete roto del que muchos se aprovechan por culpa de unos pocos. Y les cuento todo eso pese a arrastrar desde hace tiempo un catarro miserere que me tiene hasta los guimbaletes. A más ver.

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