La Campaña de Manos Unidas en este año 2020, gira en torno al «cuidado de la casa común»; cuidado urgido por el actual deterioro medioambiental que afecta a la humanidad entera en su supervivencia.

La preocupación de cuidar nuestro mundo deriva del hecho de que la Tierra y la humanidad que la habita están amenazadas, corren peligro. El Papa Francisco, en reiteradas manifestaciones, como en su nuevo libro Una grande esperanza, resalta numerosos sectores del comportamiento humano que necesitan un cambio inmediato para poder salvar la creación. Hay diversas formas de contaminación que conducen al cambio climático y a la consecuente pérdida de la biodiversidad, que es esencial para la salud ecológica y para la supervivencia humana. Hay persistentes derroches y un consiguiente agotamiento de los recursos naturales, como la misma agua, que son indispensables para la vida.

El fuerte individualismo que marca nuestra época tiene mucho que ver con la crisis ecológica y, así, hay que retomar relaciones de solidaridad con la creación, por el bien de la humanidad, cuyo bienestar y supervivencia están íntimamente ligados al «bien de la casa común». Los maltratos y abusos del ecosistema a nivel individual y comunitario son un grave signo de que hemos dado poca importancia al hecho de que la naturaleza nos nutre como una madre alimenta a sus hijos. Hemos olvidado a la madre tierra como don del Creador a la humanidad entera para su propia supervivencia.

La campaña de este año, con el lema «Quien más sufre el maltrato del planeta no eres tú», nos ayuda a reconocer la relación de esa grave crisis medioambiental con el bien de los seres humanos, y ello como consecuencia de una crisis profunda de solidaridad. Se trata de caer en la cuenta que desde la ceguera del individualismo y su dinámica insolidaria hemos olvidado una realidad: hiriendo a los otros nos herimos a nosotros mismos. Hiriendo a la creación que nos rodea, quienes más sufren esa herida son los hermanos más pobres, a quienes se les quita de los bienes a ellos confiados por el Creador. Ayudarnos a reconocer la realidad de esta crisis nos facilitará dejarnos tocar el corazón y cambiar de vida, de actitudes, de visión de la realidad. Una realidad en la que los más vulnerables son privados de sus bienes, de su dignidad, de la esperanza, de la vida.

Por todo ello es importante que Manos Unidas dedique una campaña a concienciarnos no sólo del deterioro de la «casa común», sino sobre todo de sus consecuencias en las personas más pobres y vulnerables de la tierra.

Manos Unidas se acerca al problema medioambiental no sólo pensando en la conservación de nuestra tierra, si no, sobre todo, desde la óptica de la lucha contra la pobreza y el hambre que marca su misión, desde la perspectiva del sufrimiento y el maltrato de que son objeto tantos pobres seres humanos, víctimas del maltrato de un mundo que es de todos, pero cuyas heridas son especialmente sangrantes en los más desprotegidos.

Apoyemos un cambio de mentalidad; colaboremos a que exista una nueva educación, creadora de una nueva cultura, que salve la «casa común», salvando prioritariamente a los que más sufren por su destrucción y sus heridas. Una educación que sea ante esta gran cuestión toda una «mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad», como nos anima Papa Francisco (LS 111).

Fruto del apoyo a Manos Unidas en la importante campaña de este año 2020, orientada a despertar una nueva sensibilidad en los términos que hemos dicho, seguimos solicitando la máxima colaboración en todos los ámbitos de nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante, y la ayuda material para seguir llevando adelante tantos proyectos que dignifican y salvan vidas, y que mejoran y cuidan de nuestra «casa común».

Reiteramos un año más nuestra gratitud al amplio voluntariado que sostiene Manos Unidas-Campaña contra el Hambre, y a quienes son los responsables locales y diocesanos de esta organización entrañable de nuestra Iglesia. A toda la gran familia de Manos Unidas, nuestro apoyo y nuestra gratitud.

Dios os sostenga; Él os bendiga.