No se quieren enterar. Les da lo mismo. No atienden a razones. No ven más allá de sus propios intereses. La semilla está echada y ellos no hacen más que abonar el campo para que la familia herculana termine por clamar la salida cuanto antes del máximo accionista y su compañero de aventuras de turno. A la afición no le basta con una separación temporal de uno de los que toman decisiones, lo que está pidiendo a gritos es el divorcio, que se vayan ambos. La manifestación previa al choque matinal contra la directiva de más de medio millar de herculanos, pedía la salida de la propiedad del club con proclamas que iban desde «fuera de Alicante» hasta la de «directiva dimisión». Junto a Unidad Herculana, que ha recogido la frustración de la familia blanquiazul, todo aficionado ha terminado por explotar tras una gestión deplorable de veinte años que ha llevado al Hércules a una situación vergonzosa a la par que agónica. Nunca desde su fundación, el club se había visto igual, con la grada tan lejos de los que dirigen la institución, con los herculanos tan hastiados de quienes manejan a su antojo la entidad.

Se exige el divorcio, la separación a perpetuidad sin revisabilidad posible. Da igual la forma y/o manera. De inmediato, a final de temporada, con el club en Segunda B, con el club en Tercera, que va ser lo más probable, con asamblea o sin ella, pero que se vaya. El grito de « Ortiz, vete ya», es prácticamente unánime entre los aficionados. Hartos de estar hartos, la búsqueda de soluciones ha terminado por unir a casi todos, nadie espera nada de la actual propiedad que no sea más miseria para la historia del Hércules.

Que hagan sus cuentas, y desaparezcan del palco del Rico Pérez, que tomaron en hora mala a principios de este siglo. Los requisitos para que cualquier divorcio se pueda llevar a cabo son simples, que una parte lo desee, queda claro que así lo quiere la afición, y que la unión haya durado al menos tres meses, llevamos veinte años insufribles. Así que adelante, señor Ortiz y compañeros de viaje. Esto es ya una cuestión de vergüenza propia, de dignidad, de honorabilidad.

Pero Ortiz está hecho de otra pasta, se defiende como gato panza arriba. Mejor no acercarse. Siempre, como esos tahúres que recorrían en barcos de vapor el Mississipi, termina por sacarse un as de su ancha manga. Nos vuelve a deleitar con su estribillo predilecto: «alirongo, alirongo, el presidente, yo lo quito, yo lo pongo», y todos a bailarle el agua. Pongo, a Hernández, quito a Hernández, pongo a Parodi, quito a Parodi, pongo a Hernández, ?» Quizás Quique no te valga la pena tropezar de nuevo en la misma piedra. Esta vez está meridianamente claro que te quiere utilizar, a tí y a lo que hasta hoy has representado. No te dejes, mientras él siga al frente no hay nada que hacer. Tú y solo tú sabes el por qué de tu vuelta. Evitar el descenso no arregla el futuro del Hércules, el problema es de mucho mayor calado.

En lo meramente futbolístico, la excusa de la temprana expulsión ante el Levante B, no vale, ya que era o lo que aconteció, o comenzar el partido con un 0-1. Alternativa que parece peor incluso que la que se dio.

Con otro director deportivo quemado, con otra dirección deportiva sin brújula, con jugadores fichados que no mejoran lo que se tenía, con un entrenador superado por los acontecimientos, con debuts sin sentido en un partido clave para intentar iniciar la remontada, en fin con un Hércules en lo deportivo fiel reflejo del institucional. Sí, Ortiz, es tu hora, vete ya. Una semana menos para que Ortiz se vaya.