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Joaquín Rábago

La cuesta arriba de Bernie Sanders

El senador demócrata Bernie Sanders se enfrenta a una auténtica cuesta arriba en su segundo intento de lograr la nominación de su partido en la carrera hacia la Casa Blanca.

Sanders, que se autocalifica de "socialista", palabra que todavía les huele a azufre a muchos ciudadanos de aquel país, tiene enemigos poderosos, entre los que destaca la industria de la salud, incluida la farmacéutica, y sus poderosos y bien untados lobbies.

La industria de la salud es una de las grandes beneficiarias del sistema capitalista, y está gastando millones en atacar con publicidad en los medios de comunicación el proyecto de sanidad universal de Sanders y el algo menos radical de la también senadora Elizabeth Warren.

Ambos legisladores, los más progresistas de la cuadra demócrata, denuncian el actual sistema de salud estadounidense, que, al margen de dejar a millones totalmente desprotegidos, arruina a muchos ciudadanos, incapaces de pagar el costoso tratamiento que requieren sus enfermedades.

Hay varios estudios que demuestran que los ciudadanos de ese país pagan mucho más que los europeos y los de otros países de la OCDE por los servicios sanitarios que reciben, a lo que contribuyen los elevados costes administrativos de un sistema tremendamente burocrático y complejo.

Muchos fármacos son también allí más caros que en otras partes, como lo son asimismo las pruebas médicas, de las que se abusa con demasiada frecuencia porque suponen fuertes beneficios para los proveedores de ese tipo de servicios.

Las aseguradoras privadas ven ahora, por ejemplo, en el Reino Unido del Brexit una nueva oportunidad para ampliar sus negocios y harán sin duda todo lo posible para hincarle el diente al Sistema de Salud británico cuando el Gobierno de Londres negocie un nuevo acuerdo comercial con Washington.

En respuesta a tales abusos, el senador Sanders ha propuesto un sistema público y universal de salud que obligaría a desmantelar el actual sistema de seguros privados, en el que sólo ve voracidad y afán de lucro.

Otros aspirantes demócratas a la Casa Blanca, y no hablemos ya de los republicanos, consideran su propuesta demasiado radical y costosa mientras no protestan en cambio por el gigantesco presupuesto del Pentágono.

El sistema que propugna el senador de Vermont se financiaría con primas ajustadas a los ingresos e impuestos sobre la nómina que pagarían los empleadores, así como con una tasa sobre el patrimonio de carácter claramente progresista.

Ni que decir tiene que los republicanos se han lanzado en tromba a denunciar ese plan, que también critican los representantes del que llamaríamos "establishment" demócrata, entre ellos la ex rival de Sanders en la última carrera hacia la presidencia, Hillary Clinton.

Prefieren éstos el plan presentado por el ex vicepresidente Joe Biden, que pretende desarrollar el Obamacare sin desmantelar, como quiere Sanders, los seguros privados, pero que permitiría negociar los precios de los medicamentos e importar fármacos, además de conceder créditos fiscales que permitirían a millones de estadounidenses comprar seguros de salud a precios más bajos.

Los grandes medios de comunicación de EEUU, incluida la cadena de televisión CNN, prefieren, sin embargo, hablar de la última pelea entre los dos candidatos más progresistas, Sanders y Warren, a propósito de un supuesto comentario privado del primero en el sentido de que sería difícil que una mujer ganase las elecciones en EEUU.

Y el influyente diario The New Times ha decidido dar su apoyo a Warren y a otra senadora más moderada, Amy Klobuchar, a la vez que califica las propuestas de Sanders de "demasiado rígidas, no probadas y divisivas". ¿Cabría esperar otra cosa de un periódico que apoyó en su día a Hillary Clinton con el resultado que conocemos?

Mientras tanto, el presidente Donald Trump, acosado por el "impeachment" que han presentado los demócratas, sigue trabajando para los suyos. Así, intenta tumbar la ley de protección medioambiental, que obliga a considerar el impacto ecológico de cualquier proyecto antes de autorizarlo. ¡Más madera aunque arda el planeta!

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