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El deporte gana a la política

El cambio de gobierno en mayo del año pasado provocó la devolución de la prueba a los que la habían parido y el efecto ha sido rotundo

La Mitja Marató de Santa Pola tenía ayer un reto. Después de dos años convulsos, la organización volvía a cargo del club de atletismo de la localidad que había dejado la prueba en 2017 entre las mejores de España, por marcas y por participación, con más de 8.000 atletas. En los dos últimos años, las «guerras» políticas provocaron la crispación y que la emblemática carrera pasase a manos externas. Las discrepancias del anterior equipo de gobierno con la manera de proceder del club, del que formaba parte la actual alcaldesa, Loreto Serrano, llevaron la crispación a límites insospechados y hasta judiciales. El cambio de gobierno en mayo del año pasado provocó la devolución de la prueba a los que la habían parido y el efecto ha sido rotundo. Se ha pasado de poco más de 3.000 participantes a más de 5.000. Los santapoleros miman y le dan cariño a algo que saben que es una imagen al exterior impagable de la villa marinera. Los comercios y hoteles lo notan y la mayoría de los atletas agradecen la vuelta a los orígenes. Todo salió a pedir de boca. El puño levantado con rabia de Roque Alemañ, alma mater de la prueba, y la sonrisa de Pedro Cerdán, secretario del Club Atletismo Santa Pola, en la foto tras el récord de Alexander Mutiso llevaban intríseco muchas cosas. La Mitja Marató ha logrado su sueño de bajar de la hora y el registro de 59'09 que la sitúan entre la élite mundial. Pero lo más importante es que el deporte ha podido con la «guerra» política.

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