Van conociéndose poco a poco las medidas del Gobierno tripartito de Murcia y las consecuencias de los pactos de la vergüenza, que posibilitaron al Partido Popular mantenerse en algunos gobiernos autonómicos con la colaboración de Ciudadanos y el apoyo de la ultra derecha. Esas medidas propuestas, verdaderas concesiones políticas para negar nuestros derechos, están en marcha. Así, esta semana hemos visto cómo el ideario de la extrema derecha se ha impuesto en la educación pública para autorizar a algunos padres a negar a sus hijos e hijas la educación en valores, respeto y derechos, en definitiva, la educación inclusiva.

Dice la extrema derecha de Abascal que «quitemos nuestras manos de encima sus hijos» haciendo referencia a la frase que utilizaban los fundamentalistas ugandeses refiriéndose a los homosexuales. Esa frase retrotrae además el tufillo de la caspa, de la maldad humana, porque vincula emocionalmente la homosexualidad con la pederastia y eso es lo que hace la extrema derecha al elevarla a titular. Esa frase fue el detonante de que en Uganda se asesinara a homosexuales alentados por los ultraortodoxos religiosos. Quizá es lo que espera Abascal que pase en España lanzando su mensaje de odio: que otros le hagan el trabajo que él desearía.

La educación es una potente arma transformadora. Tenemos que enseñar a los niños y niñas que la diversidad no te hace peor, que ser diferente no puede ser motivo de desigualdad ni discriminación y que ser lesbiana, gay, bisexual o transexual no cambia en absoluto la forma en la que te tienen que tratar los demás. La educación en España está reglada en base a leyes que establecen que en los contenidos educativos se tratará la diversidad y que se enseñará a niños y niñas a respetarla. La Constitución además garantiza a ser educados en esos valores a todos los ciudadanos y ciudadanas y si Vox, PP o Ciudadanos se oponen, no están autorizados a gobernar lo de todos con los principios radicales de unos pocos.

Los mismos que interpelan ahora al colectivo LGTBI son aquellos que nos insultaban y agredían en el colegio. Eran, y son, los que disfrutaban insultándonos y acosándonos. Quienes nos hicieron la vida imposible. Pero hemos crecido y, justicia poética, hemos ganado a la Historia y, pese a que no tenemos ningún interés en la venganza o la revancha, solo queremos sacar sus ideas y odio de las escuelas. Y decirles alto y claro que en la escuela de todos no se discrimina más.