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¡Criaturas!

En toda foto de familia de un nuevo gobierno florecen las sonrisas, igual que en las bodas y en los cumpleaños. Sin embargo, no es lo mismo. En un cumpleaños la sonrisa es una apuesta por la felicidad en ese día, que probablemente se cumplirá al ser un plazo tan corto.

En una boda, en cambio, la apuesta es por la felicidad durante muy largos años, cada uno de ellos con 365 días (y uno de cada cuatro 366), lo cual es mucha apuesta.

El caso de las sonrisas de entrada en el gobierno parece intermedio, pero no, pues, aunque pueda serlo el plazo, son mucho más agudas las amenazas, con millones de personas haciendo votos por la infelicidad de los felices ministros, una energía negativa muy fuerte. Lo que iguala a todos los contrayentes (sea con su día, su cartera de ministro o su cónyuge) es la espontaneidad infantil con que sonríen, instante de inocente dicha que la foto congela para siempre.

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