Tras el fallo de la Sala del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y estando posteriormente «la pelota jurídica» en nuestro campo, la decisión de nuestro Tribunal Supremo de la semana pasada tiene connotaciones que nos deben hacer meditar sobre la división de poderes en nuestro país, la cual tiene su base en un Estado de Derecho, donde ante todo y sobre todo tiene que primar el imperio de la ley al que estamos sometidos todos, incluido el Gobierno, aunque esté en funciones.

En la resolución del Tribunal Supremo hay conceptos y reflexiones que se centran en la Abogacía del Estado, con un varapalo de antología, en particular a esa solicitud donde sugiere la Abogacía que se deje sin ejecución el cumplimiento de la pena de prisión del señor Junqueras y que se negocie con el Parlamento Europeo los términos de esa libertad de movimientos a la que se podría acoger el condenado, zanjando dicho tema el tribunal con una frase lapidaria: «La sala no puede aceptar lo que la ley no puede aceptar», es decir, que la petición de la Abogacía es insólita y atípica y que se podría haber argumentado por el abogado del señor Junqueras, pero nunca, y digo nunca, por el Abogado del Estado que es: «Un funcionario público al que compete la representación y defensa en juicio de los intereses públicos, así como el asesoramiento jurídico a los órganos y organismos del Estado» y dado que el Estado no es el PSOE, ni el PP, ni Unidas Podemos, ni siquiera Teruel Existe, el Estado es de momento «el conjunto de los órganos de Gobierno de una nación» y así siempre existirá el sometimiento de los gobiernos al imperio de la ley y para ello la división de poderes debe garantizarlo.

El esperado nuevo ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, socialista de pro, se va a encontrar -si la noticia se consolida- con la nueva fiscal general del Estado, doña Dolores Delgado, otra situación inaudita ya que siendo como lo es -y así debe de seguir siendo- totalmente independiente la Fiscalía General del Estado, difícilmente puede recaer sobre las espaldas de la señora Delgado que ha sido ministra de Justicia, es decir, la labor de poli bueno y ahora poli malo, lo que demuestra que al recién proclamado presidente del Gobierno eso de la división de poderes solo le suena un poco, pero nada más?

Y creo que fue Montesquieu quien dijo aquello de que «Las leyes inútiles debilitan las necesarias y una cosa no es justa por el hecho de ser ley, debe de ser ley porque es justa».