Hola alicantinos. Soy Florentino Elizaicin, nuevamente. Sí, ese pesado que cada domingo os coloca una chapa, como dicen ahora. En mis tiempos era otra cosa, pero ya lo dice el refrán? adaptarse u olvidarse? o algo así.

Lo cierto es que las charlas aquí arriba, en el «Parnasillo» son jugosas, y no perdemos ocasión de tratar asuntos actuales de la Tierra. ¡Ya veis que estamos al día!

Viene esto a colación porque el otro día estaba yo leyendo la prensa española, creedme si os digo que llega aquí más puntual de lo que lo hacía en mis tiempos, y me he encontrado en la portada de casi todos los diarios la fotografía de una chiquilla, una tal Greta Thunberg. Y resulta que es una activista y youtuber e influencer -no sé qué diantre significan esos palabros, pero ahí van- que lo está petando -este ataque de modernidad va a acabar con mi reputación- allá abajo.

Bueno, pues qué bien.

-Eso es lo que necesita el planeta para reaccionar.

Quien interrumpe esta conversación no es otro que mi amigo Federico Soto Mollá, que fue alcalde de Alicante en 1910.

-Con solo 37 años.

-Eso es, solo tenía 37 años entonces.

-Y también fui presidente del Casino.

-Bueno, sí? también. Pero además el bueno de Federico tuvo como secretario al mismísimo Gabriel Miró. Y decidió comprar el monte Tossal para dedicarlo a parque público, para todos los alicantinos.

-Di que también fui presidente del Casino.

-Esto, sí, Fede, sí?

-Y también repoblé las laderas del castillo de Santa Bárbara.

-Así fue, sí. Y también prolongaste el paseo de Gadea hasta la plaza de los Luceros.

-Sí, lo que ahora se llama Paseo de Soto, no acierto a saber porqué?

-Vamos al grano Fede, que te vas por las ramas como Tarzán.

-No lo he pillado. Pero sí, vamos al asunto. Mira, Florentino: Tanto en nuestros tiempos como ahora, los humamos necesitan una imagen que identifique quienes son o qué quieren ser. Podrán haber progresado desde las pinturas rupestres a los emojis, pasando por nuestros daguerrotipos, pero la intención sigue siendo la misma. Y algunas imágenes hacen algo más que representar una idea; profundizan, iluminan, conectan. Pueden hacer que nos inscribamos en el Ku Klux Klan o que decidamos echarnos al monte.

-Puede que tengas razón. Se me ocurre que hace algún tiempo vi una imagen que resume como ninguna la Guerra de Vietnam.

-Sé cuál vas a decir: la niña vietnamita desnuda y descalza que grita de angustia mientras el humo negro se esparce a sus espaldas después de un ataque con napalm.

-Efectivamente.

-¿No recuerdas la foto de unos pobres hombres cayendo en picado desde lo alto de las torres gemelas de Nueva York?

-Sí, nada simboliza mejor el horror de aquel atentado.

-¿Lo ves? Hasta nosotros nos dejamos arrastrar por esa especie de iconos. Pues imagínate la sociedad actual, que es fundamentalmente mediática, donde los mensajes no cuajan si son de más de 140 caracteres, donde las reflexiones profundas están más pasadas que nosotros, donde una imagen, una foto, un icono derriba gobiernos o levanta imperios.

-Ya, pero el fondo del asunto? una chiquilla de quince años que apenas sabe hacer integrales compuestas de Laplace?

-Da igual su preparación, Florentino. Se trata de un símbolo. Y además uno que cuadra perfectamente a los tiempos modernos. Nosotros veremos cómo las generaciones futuras recordarán las primeras fotografías de Thunberg negándose a aceptar un no por respuesta como una representación de los primeros días de un cambio cultural de gran envergadura. No tengo duda de que se convertirá en un icono de la crisis del cambio climático, si no es que ya lo es.

-Pero insisto. ¿No era mejor el señor Al Gore, un tipo formado, sensato, didáctico?

-Para cuatro vejestorios como nosotros seguro que sí. Pero para el mundo actual absolutamente no. De Thunberg se pueden decir muchas cosas. Pero lo que es cierto es que ella, o quien demontre la aconseje, vieron claramente que la mayoría de los humanos encogían los hombros cuando se hablaba de cambio climático, lo que equivalía a una condena a disfrutar de un planeta en ruinas. Ella eligió actuar y le dio al movimiento un rostro y un futuro. Y millones de niños y jóvenes en todo el mundo se han unido a ella para tomar calles y medios de comunicación. Y eso es, casi casi, una revolución.

-No sé yo?

-Fíjate en un detalle, Florentino. Durante muchos años se han vertido en las televisiones incontables documentales de glaciares que se derriten, focas bañadas en petróleo, ballenas muertas. ¿ Y qué ha cambiado?

-Poco, eso es cierto.

-Así es. Por eso Greta Thunberg ha introducido el cambio climático en la agenda de la Humanidad. Y con marchamo de urgencia. Su protesta es tan simple porque solo está diciendo la verdad. Y por vez primera la gente escucha.

-Uf? creo que me estás convenciendo.

-Lo celebro, Florentino. ¿Te puedo pedir un favor, entonces?

-Claro, Fede, claro.

-Di que fui presidente del Casino, que no sé si ha quedado claro.