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Pancho Villa con el uniforme del Barça

México, 1914. La productora estadounidense Mutual Film Corporation firma un contrato con Pancho Villa para filmar algunas batallas de la Revolución Mexicana. El resultado de esta alucinante colaboración es "The life of general Villa", una película muda de la que solo se conservan algunas secuencias. Pero la leyenda de esta película es más grande que lo queda de ella porque, según cuentan, Pancho Villa se comprometió con la productora a que las batallas tendrían lugar entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde, de forma que las condiciones para el rodaje fueran las mejores posibles.

Según esa leyenda, Villa llegó a cambiar en alguna ocasión su estrategia no con fines militares, sino artísticos, e incluso admitió ponerse un uniforme, proporcionado por la productora, para que su imagen en la pantalla fuera más impresionante. Como dice Emilio G. Romero en su estupendo ensayo "La Primera Guerra Mundial en el cine", por primera vez la influencia de las imágenes en movimiento calaba en los líderes militares, aunque no será hasta la Gran Guerra cuando el cine bélico adquiera un papel relevante que ya no abandonará. Y, así, hasta la celebración de la Supercopa de España de fútbol en Arabia Saudita. El gobierno de Arabia Saudita firmó un contrato con la Real Federación Española de Fútbol muy parecido al que firmó la Mutual Film Corporation con el revolucionario mexicano Pancho Villa. Batallas o partidos de fútbol, eso es lo de menos. Lo importante es el espectáculo.

Pancho Villa tuvo que ponerse un uniforme, conseguir que las batallas tuvieran lugar en un horario con luz adecuada y adaptar su estrategia a las normas del espectáculo cinematográfico. La Real Federación Española de Fútbol tuvo que llevar los partidos de la Supercopa de España al estadio King Abdullah Sports City en la ciudad de Yeda (Arabia Saudita), reinventar el formato del torneo para que pudieran competir cuatro equipos (Barça, Valencia, Real Madrid y Atlético de Madrid), y adaptar su estrategia a las normas televisivas y económicas del espectáculo futbolístico. ¿Quién gana? Teóricamente, todos. La productora estadounidense, la imagen de Pancho Villa y su revolución, los espectadores, Arabia Saudita, la Real Federación Española de Fútbol y sus clubes y los aficionados al fútbol. Un momento, ¿la celebración de la Supercopa de España en Arabia Saudita es una buena noticia para los aficionados al fútbol? Puede que sí lo sea para las aficionadas saudíes, que pueden asistir al estadio para presenciar los partidos. Uau.

Y puede que sea una buena noticia para los aficionados varones saudíes, que tienen la oportunidad de ver en directo y en carne y hueso a cuatro grandes equipos europeos. No es una buena noticia para los aficionados españoles del Barça, Valencia, Real Madrid y Atlético de Madrid, que no se desplazaron en masa a Arabia Saudita porque, bueno, está un poquito lejos y además no pueden abandonar su puesto de trabajo para pasar unos días de invierno en la cálida Arabia. Los espectadores que fueron al cine en 1914 para ver a Pancho Villa y sus revolucionarios seguro que pasaron un buen rato (si bien las batallas, aunque fueran preparadas, seguían siendo batallas), pero los aficionados que vemos en el televisor los preparadísimos partidos de la Supercopa de España no disfrutamos del fútbol porque llega un momento en la vida del futbolero en que el fútbol apesta tanto que no apetece sentarse en el sofá para ver un espectáculo en el que solo gana la monarquía absoluta de Arabia Saudita y la absoluta monarquía de la Federación Española de Fútbol. Y la cuenta bancaria de los cuatro clubes participantes, claro. Pancho Villa con el uniforme del Barça. Pues que viva México, cabrones.

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