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Veintiún ministerios, «a priori», parecen muchos ministerios. Aunque todo se puede justificar, no resulta fácilmente digerible que se dedique uno en exclusiva al Consumo. Es evidente que cuantos más ministerios, al igual que cuantas más vicepresidencias, más diluido queda el poder de Podemos dentro del nuevo Gobierno. Pero, ¿por qué 21? Teniendo en cuenta que el presidente, Pedro Sánchez, es un hombre al que le gusta la gesta y que su asesor áulico, Iván Redondo, es proclive al misterio, la mitología y los milagros; el número de ministros seguro que no es fruto del azar o la componenda. 21, según la Biblia, son los rasgos de la sabiduría divina. 21 son los gramos que pesa el alma según los egipcios de la antigüedad. 21 es el número hermafrodita, según los alquimistas. 21 es el número del mundo en las ciencias ocultas; y 21 es el siglo en el que vivimos. ¿Quién sabe? Cuesta imaginar la mesa del Consejo de Ministros con veintiún políticos debatiendo. Y pese a que son un buen puñado, el poder valenciano ni se vislumbra. Los socialistas Pedro Duque y José Luis Ábalos no son representativos. En cuanto a Podemos, Pablo Iglesias ha despreciado para su primera línea a los podemistas de la Comunidad, pese a que cogobiernan en el Consell. Ni Sánchez ni Iglesias han sido agradecidos con sus respectivos correligionarios de la Comunidad, que, por otra parte, son quienes han colaborado en muñir la coalición en la que Sánchez e Iglesias se abrazan, pero no se soportan. También es verdad que no está el país para nombramientos por agradecimiento. Aún está reciente en la memoria el papelón del alicantino Pedro Solbes negando la crisis con José Luis Zapatero como presidente. El nuevo gabinete es economicista, y antitrasvasista. Elevar a vicepresidenta a Teresa Ribera (Transición Ecológica y Reto Demográfico), que se ha caracterizado por reducir el trasvase Tajo-Segura incluso por debajo de lo que marca la Ley, no solo es una declaración de intenciones, sino un serio revés a la influencia en Madrid de Ximo Puig, a quien su compañera de partido le ha puesto en dos ocasiones en la difícil situación de tener que defender el trasvase en los tribunales. El 21 es un número cabalístico (siete días+siete maravillas+siete pecados originales), pero también es la suma de las seis caras de un dado que se lanza a la búsqueda de suerte.

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