Hace unos días, en mitad de las Navidades y de las negociaciones gubernamentales, nuestro alcalde en funciones José Antonio Amat, por enfermedad de Rubén Alfaro, aprovechó la coyuntura para anunciarnos sin atisbo de rubor o complejo, que los cementerios de Elda cerrarán los sábados por la tarde por «falta de personal». Me queda la duda de si en los festivos y fiestas de guardar tendremos horario vespertino de campo santo, pero lo voy a preguntar.

Explicaba Amat Melgarejo que la imposibilidad del Ayuntamiento de contratar personal les obligaba a la medida y apuntaba, además, como dato definitivo para su resolución que a lo largo del pasado año tan solo se habían producido cinco entierros en domingo por la tarde cuando tampoco se entierra.

Catatónica por las declaraciones públicas, que a tenor de las reacciones han pasado sin pena ni gloria para el común de los mortales, el concejal adelantaba que, puestos en contacto con el Tanatorio, habían llegado a una especie de acuerdo según el cual los finados que fallecieran el viernes por la tarde quedarían a buen recaudo en las instalaciones de la entidad hasta el domingo por la mañana, dentro del horario laboral del personal adscrito al recinto municipal; al igual que si alguien muere el sábado por la tarde tendrá que esperar al lunes para ser enterrado.

Aunque explicado así parezca parte del guión de una película de Berlanga o Almodóvar sobre la España profunda, siento comunicarles que no, que es así, tal cual. Y les advierto que si tienen pensado morirse, ni se les ocurra hacerlo el fin de semana. Les aconsejo que lo planifiquen mejor, porque en el caso de que a usted ya no le importe alargar las horas de nevera, hágalo al menos por sus allegados y evite doce horas más de la cuenta de velatorio a sus parientes o que le dejen a usted «en depósito».

No me resisto a ironizar sobre el asunto, pero el tema es muy serio. Me niego a condenar a mi ciudad a una gestión de chirigota. Sirva el botón como una pequeña muestra.

Me niego a aceptar como normal que una ciudad de más de 52.000 habitantes, con un presupuesto de 42 millones de euros, con un remanente de tesorería de 20 millones, no tenga un sepulturero o enterrador de guardia (siento no conocer al detalle el nombre oficial de los trabajadores municipales que desempeñan la labor en los cementerios).

Se trata de un servicio público de primera necesidad más que acorde con la carga fiscal de mis paisanos. El hecho de la «falta de demanda» no justifica bajo ningún concepto que los que por desgracia necesiten este servicio no reciban la correspondiente y mínima atención de sus gobernantes.

Soluciones debe de haber muchas, como tantas otras que se adoptan para mayor gloria del equipo de gobierno socialista. Pero sacando cuentas, las familias afectadas no han debido pesar en los cálculos electorales y mucho menos a cuatro años vista.

La más fácil sería que el personal, como en el resto de instalaciones y servicios, policías, conserjes, socorristas€ hagan turnos de guardia y, en el caso de necesidad, cobren su correspondiente minuta.

No se entiende que recién aprobada la nueva RPT (Relación de Puestos de Trabajo) para todo el personal municipal, explicada hace unas semanas con gran pompa como un gran logro laboral para toda la plantilla, arranquemos el año en Elda a tumba cerrada.