El pasado domingo, el diario INFORMACION publicaba una interesante entrevista con el alcalde de Elx, Carlos González. En ella se hacía un balance de la actual legislatura y, ante todo, se nos anunciaban una serie de proyectos que se consideraban prioritarios en nuestro municipio y a los que, incluso, se les ponía fecha para su materialización.

Casi todos ellos resultaban familiares. Llevamos varios años oyéndolos y siempre se nos ha prometido que, pronto, se iban a desarrollar. Tal es así que algunos han llegado a pensar que, en algún caso, ya eran una realidad de tanto oír que determinada promesa estaba confirmada, tras alguna gestión o visita del correspondiente responsable autonómico o estatal. Nada más lejos de la verdad, lamentablemente. Hasta ahora, somos una tierra pródiga en promesas pero escasa en concreciones, máxime si dependen de fuera.

En la entrevista citada el alcalde ya nos ha explicado que, en la legislatura anterior, el Ayuntamiento se dedicó a sembrar para ahora recoger. Un esfuerzo duro, en todo caso, el de estar cuatro años sembrando, con la crónica escasez de agua que hay en la zona, y sin garantía de recoger una cosecha en condiciones. Aunque ahora nos anuncia que «en 2020 y 2021 habrá más inversión pública que en las dos últimas décadas» y que habrá muchos cortes de cinta e inauguraciones. Bienvenidas sean si son de las inversiones más necesarias en Elx.

Caso de confirmarse dichas declaraciones, será todo un acontecimiento. Decir que en estos dos próximos años va a haber más inversión pública que en los últimos 20 años es muy atrevido. No porque deje en mal lugar a los alcaldes que ha habido en todo ese periodo, que los deja, sino porque en Elx no estamos habituados a tanta generosidad inversora de otras administraciones, más bien al contrario, y ningún presupuesto de ellas apunta en esa dirección. En todo caso, es un anuncio muy comprometedor si no se desarrolla.

Es sabido que nuestro alcalde es un optimista compulsivo. Mientras muchos dudan si la botella está medio llena o medio vacía, para él casi siempre está llena. Sólo así pueden entenderse algunas declaraciones como, por ejemplo, que la estación-apeadero del AVE en Matola será un revulsivo para la ciudad y la provincia y que por allí pasarán millones de pasajeros. Viendo aquello ya hay que echar imaginación para creerlo, máxime cuando la mayoría ni sabe dónde está y es tan difícil llegar a ella y, mientras tanto, la línea de Cercanías sigue tan tercermundista como siempre.

Llama la atención, en la entrevista citada, que al pedirle que destacara tres proyectos importantes para 2020 no citara la Corredora. Es verdad que los que nombra tienen presupuestos de ejecución más altos, pero es dudoso que tengan la trascendencia urbana para la ciudad de una actuación como la peatonalización de la Corredora. Esto trasciende el coste económico de la misma y sería una apuesta decidida por otro modelo de ciudad.

El no citarlo de entrada como una de las actuaciones prioritarias para 2020 es de esperar que no confirme que, de nuevo, se pueda quedar en otra promesa incumplida.

Asimismo, parece urgente concretar formalmente el anuncio sobre el rechazo al proyecto de Mercado Central heredado del PP, y del que la Junta de Gobierno aprobó, hace casi dos meses, iniciar la tramitación del expediente. Es un tema que, lamentablemente, acabará judicializado y ante lo cual habrá que pensar en tomar medidas para evitar el actual deterioro de los baños árabes y del resto de elementos islámicos aparecidos.

Entre los temas que, en 2020, también deberían concretarse está el avanzar en el nuevo PGOU y dar una solución a la insólita situación del Instituto Tecnológico de la Palmera. Lo que debería ser, según declaraciones, un instrumento fundamental para la renovación y mejora del palmeral ilicitano se ha transformado en un proyecto fallido antes de nacer y del que se echan en falta explicaciones sobre la opacidad de su situación actual. Tampoco parece que veremos pronto las actuaciones prometidas en el Hort del Gat, por el conseller Marzá, ni la transformación del antiguo Correos en el Centro de Diseño y Moda del Calzado que prometió Puig. Ni tampoco el prometido Auditorio en Carrús, luego transformado en Palacio de Congresos y, probablemente, en mero solar en años venideros.

Es mucho lo que hay pendiente de todas la promesas anunciadas. El alcalde dispone de mayoría suficiente para dirigir el Ayuntamiento y, desde éste, exigir con la máxima contundencia que se hagan realidad las promesas que se nos hacen. Los Reyes Magos ya han pasado y, ahora, debe imponerse la realidad.