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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

El mal perder de nuestra derecha

He seguido, gracias a internet, desde la capital alemana algunos momentos de la primera sesión de investidura del presidente del Gobierno y no he podido evitar una profunda sensación de bochorno por lo que allí escuchaba de labios de sus «señorías».

Sabíamos desde hacía tiempo que la derecha, sobre todo nuestra derecha, tiene mal perder, pero creo que nunca se había llegado tan lejos en la profusión de descalificaciones e insultos a quienes se esfuerzan por llegar a un compromiso para hacer gobernable el país e intentar resolver sus numerosos problemas.

A quien firma estas líneas le ha hecho siempre gracia que buena parte de nuestros medios tachen de «radical» a una izquierda que en realidad no pasa de socialdemócrata y sitúen, sin embargo, en el centro o en el centro derecha a un partido como el PP al que cada vez cuesta más distinguir del de Santiago Abascal.

Tanto cuesta en efecto distinguirlos que uno no sabría decir si muchos de los improperios que se escucharon el domingo en la madrileña carrera de San Jerónimo salían de la boca de Pablo Casado o de los labios de cualquiera de los dirigentes de Vox.

Dijeron en la radio los comentaristas, tras acabar el debate, que el tono había sido «bronco». A uno le pareció incluso en algunos momentos incendiario y casi guerracivilista.

Hay que agradecer que estemos en Bruselas y el poder militar esté definitivamente sometido al civil porque uno no quiere ni pensar qué habría ocurrido de estar aún fuera del club europeo con esas continuas referencias a la «traición» a España del presidente en funciones y sus eventuales socios de Gobierno.

«Asesinos», «pidan perdón» le espetaron desde la derecha, mientras hablaba, a la portavoz de la izquierda abertzale, entre continuas referencias al terrorismo como si ETA no hubiera depuesto hace ya tiempo las armas y Bildu no fuera un partido legal.

¿Y qué decir de la amenaza del líder del PP de llevar a Pedro Sánchez ante los tribunales por prevaricación si no aplica inmediatamente a Cataluña el artículo 155 en respuesta al desafío del presidente de la Generalitat a la Junta Electoral Central, que le ha inhabilitado por negarse a retirar los lazos amarillos?

¿Qué decir también de que la ultraderecha neofranquista de Vox calificara repetidamente en el debate de «fraudulento» e «ilegítimo» y de «engaño al pueblo español» el proceso de investidura? ¿O que la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimada, buscase un nuevo «tamayazo» en filas socialistas para frustrar la elección de Sánchez?

De espectáculo «poco edificante», calificó Aitor Esteban lo sucedido el domingo en el Congreso de los Diputados . Se quedó corto. Pero es de notar en cualquier caso que algunas de las voces más moderadas que se escucharon en el Congreso procedieran de un partido de nuestra periferia. ¿Son difíciles el pacto y el compromiso en la meseta? ¡Preparémonos para lo que nos espera!

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