Peor imposible» se suele decir de una situación como la que está viviendo la familia herculana. Pero como dice el gafe de Murphy, todo es susceptible de empeorar y el Hércules entra dentro de las leyes del ingeniero aeroespacial norteamericano, como cualquier institución, persona, u objeto. Si en 2019 se han batido todos los récords negativos en la trayectoria histórica del equipo alicantino, en 2020 se pueden superar.

Si los acontecimientos no dan un giro copernicano, es muy posible que el club que fundara hace casi un siglo Vicente Pastor, dé con sus huesos en la Tercera División, que en la actualidad es la cuarta categoría del futbol patrio. Comparativamente hablando sería la Regional Preferente de antes de que se inventara la maldita Segunda B. Murphy tiene salidas para todo negativamente hablando y Ortiz parece ser fiel seguidor de sus pensamientos.

Las sensaciones no son buenas, los fichajes ni llegan ni se anuncian, ni siquiera se filtran para dar esperanzas de cambio, de renovación, de la llamada revolución de enero. Esa que viene acompañada de la llegada de los Reyes Magos, lo que siempre despierta ilusión en pequeños y en mayores. Pero los de Oriente también reparten el famoso carbón a los que se portaron mal durante el transcurso del año, y tanto el equipo, jugadores y técnicos, como propiedad y consejo con presidente al frente, lo que venimos en llamar institución, llevan un año como para olvidar, sin esperanza de regalo alguno y con todos los boletos en la mano para quedarse en cuadro y con el carbón que hoy en día nadie quiere y del que todos abominan, como unos malos chicos.

No puede uno ni ilusionarse con la magia de los Reyes, ni esperanzarse, en una hipotética lucha contra las leyes de Murphy, y sabemos de sobra que los milagros en Zarandieta, ni los jueves, que diría el maestro Berlanga. Así que desde el conformismo en la caótica situación en la que nos abrimos al año nuevo, a la década nueva, el último recurso que subyace en la mente de una gran mayoría, cada día más aplastante, para que esto cambie a mejor es que la propiedad cambie de manos, o que la mala suerte, Murphy e incluso Nostradamus y sus profecías catastróficas caigan sobre cuatro o cinco equipos con mayor intensidad que en el Hércules, y de esta manera se consiga la permanencia como bien codiciado, cuando debiera ser siempre contemplado como mal mayor en un club como el Hércules.

Así que o mucho nos equivocaremos algunos o esto solo tiene arreglo en manos ajenas, esas que conduzcan aún peor sus equipos que las de Ortiz y compañía el Hércules. Sin que sirva de precedente desear el mal ajeno en un nuevo año, sea este bienvenido si beneficia a un Hércules sin rumbo ni futuro.