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Marc Llorente

Un tapón y el «caganer»

Al Tribunal Supremo se le han quitado las ganas de soplar matasuegras y beber champán. No alza la copa y su imagen se tambalea porque se dejó conducir, según parece, por el alcohol del interés particular, determinadas irregularidades y la conveniencia política de algunos, no por la imparcialidad y la estricta aplicación de las leyes democráticas. Y el Tribunal Superior de Justicia Europea le da algún capón con la sentencia sobre la inmunidad parlamentaria que Junqueras obtuvo con los resultados de las elecciones europeas del 26 de mayo.

A Oriol le gastaron una inocentada. Sigue en la sombra, pero le toca la lotería y toma turrón blando en vez de duro. Los jueces del Supremo y la derecha política han convertido la cuestión de los independentistas catalanes en una causa personal para alcanzar la gloria aunque tenga ciertas espinas. Incluso Sánchez lo hizo en la última campaña electoral. Una lucha en el cuadrilátero, donde debían vencer por KO para salvarnos de las garras del enemigo, no impartir simplemente justicia.

Lo que dice el alto tribunal europeo no supone la «pérdida de la soberanía española», como afirma la extrema derecha, sino que forma parte de los tratados internacionales firmados por España, lo que en este caso significa que el escudo de protección de Europa está ahí y evita el posible descontrol de uno de los poderes de nuestro Estado. Así que Vox toca el pandero, hace mucho ruido, ejerce de «caganer» y cabalga en su potro saltimbanqui, sin intención de apearse.

El fallo procesal de Luxemburgo no supone forzosamente la excarcelación del líder de ERC, que cumple condena firme sin haberse conocido lo anunciado. Cambia el paisaje y se abre una puerta también a Puigdemont y al exconseller Toni Comín para lograr la inmunidad como eurodiputados. Lo celebran con cava, y todo indica que la postura de la Abogacía del Estado, dependiente del Gobierno, será favorable, al igual que ya lo fue, con el fin de que Junqueras abandone la prisión para recoger su acta, si bien no se sabe si avalará que sea europarlamentario.

La Fiscalía ataca de nuevo y no da ningún aguinaldo. Se opone y solicita que pierda esa condición. El letrado del exvicepresidente catalán defiende la libertad de Junqueras, que toque la zambomba en su casa y que el proceso al que fue sometido quede nulo, dadas las circunstancias actuales. Al Tribunal Constitucional se le atragantan los polvorones, y sus miembros proclaman que la consulta realizada por el Tribunal Supremo a la corte luxemburguesa no debió plantearse nunca. ¿En esto consiste la estricta aplicación de las leyes democráticas como decíamos? Pescozón del Constitucional al Supremo y otra dosis de interés particular y conveniencia política en el fondo del asunto.

¿La inmunidad de Junqueras permitía al Supremo dictar sentencia? Debió dejarle en libertad para desplazarse a la Eurocámara, o solicitar a esta la retirada de dicha inmunidad. Nadie dice, eso sí, que los hechos no fuesen constitutivos de delito. ¿Y la negociación para la investidura? ¿Habrá acuerdo antes de fin de año y lanzarán confeti, o habrá obsequio de Reyes? El conflicto catalán exige a todos una ruta con salida equilibrada y duradera. «Deseo de concordia» ha pedido Felipe VI en el tradicional discurso de Nochebuena, en «tiempos de mucha incertidumbre». En una España con nueve millones de pobres. Y la derecha nos felicita las Pascuas, esgrimiendo su hacha aun sin Gobierno de coalición progresista todavía.

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