Lo que más jode es que venga un iluminado -de los muchos que hay- y quiera convencernos de algo que, a buen seguro, alguien le ha dicho que diga para hacernos bajar de una nube en la que sólo él está instalado, porque está por encima del bien y del mal, ya que el resto de los mortales tenemos que lidiar, la mayoría de las veces, con la más fea. Estos «filósofos» suelen soltar estupideces por su boca de comer, que, para lo único que sirven es para sacar de sus casillas a quienes están hasta más arriba de los colindrones por la inacción de quienes pretenden regir nuestros destinos a golpe de, como decían Tip y Coll, hacer y decir «gilipuyuás». Estos muchachos se permiten el «lujaso» de darnos consejos con los que pretenden ayudar a quien no ha pedido ayuda «verborréica» sino, como decía el míster Enrique Mateo, «en especias». ¡No nos des lecciones porque creo que, una vez más, vuelve a subir el pan y no nos gusta aquello de que «si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos», que canta Rubén Blades en su copla «Roque Navaja».

No es la primera vez -y seguramente no será la última- que me hago eco de la máxima que utilizaba -no sé si demasiado alegremente- Mariano Rajoy: «Consejos vendo, que para mí no tengo».

Lo que nos jode -¡y mucho!- es que alguien nos diga los defectos que tienen nuestros hijos, porque ¿dejaremos de saber nosotros de qué pie cojean? ¡No me des consejos, dame direcciones, rascachán! ¡No me recuerdes que tengo un problema, ayúdame a superarlo/resolverlo!

No hace mucho leí en el periódico un titular, entrecomillado -lo que quiere decir que es una frase textual y que, por lo tanto, no se inventa el redactor ni es una paja mental mía, como me dejaron entrever los de Cs cuando hablé de la contrata de la basuras en la Muy Noble, aunque citaba al emperador Cómodo- en el que, un empresario comarcano, que ha aceptado ser «comisionado interlocutor entre la sociedad civil de la comarca y la Generalidad», aseguraba que «la Vega Baja debe ponerse las pilas y salir adelante sin victimismos». ¡Y esto lo ha dicho un almoradidense que vio cómo su empresa se anegó por la DANA del pasado mes de septiembre!. A lo mejor, ¡no lo sé!, «el vitima» -como diría mi amigo Pepeluí, el abogado rokero- es él, pero debe ser un «vitima inusual», porque debe tener posibles, mientras que la mayoría de los afectados por la gota fría son «descamisados» -que decía Felipe González-, ciudadanos que viven con lo justo y que las pasan más putas que «Cascorro» en la guerra de Cuba para llegar a fin de mes. No quiero decir con esto que el buen hombre no lo pasará mal viendo cómo su empresa se iba al carajo, pero peor los pasarían los afectados de Dolores, Almoradí o El Escorratel (Orihuela), por citar a algunos. Paco Marcos, seguro, no lo pasaría «de guinda» viendo cómo los coches de su campa se iban a la mierda, pero -salvando las distancias- no es lo mismo lo que pudo sufrir un ciudadano de a pie que un gran empresario a quien el consorcio le amollará -o ya ha amollado- unas buenas perricas para solventar su «problema».

No es lo mismo ese empresario, con posibles, que un vecino de la Vega que haya tenido que acudir a un banco pidiendo ayuda, pero pagando intereses. ¡Por favor, Antonio, no nos hables de victimismo, porque la Vega Baja no es víctima, es una comarca plagada de gente sufridora y luchadora, que no necesita salva patrias ni filósofos que le diga lo que tiene que hacer. Los «vegabajeros» saben superar contrariedades (a la fuerza ahorcan). ¡No nos vendas palabrería barata; es lo que menos necesitamos ahora! ¡Haz lo que tengas que hacer para que lleguen las perras a los necesitados, que, sí, son víctimas, pero no caen en un falso victimismo, como has dejado entrever! ¡Ah, Feliz Navidad comarcanos!