Cuando un belenista hace un belén pensando en la recreación plástica de la celebración de la Navidad, no sólo compone escenas y las llena de detalles más o menos acertados. El belén no es una maqueta que enseña una escena con una ambientación atrayente. El belén es un motivo plástico de poner de manifiesto un mensaje, el mensaje de la Navidad.

Cuando miramos el belén vemos grupos de figuras situadas en múltiples ambientaciones que responden a la imaginación del belenista. Pero si miramos con atención iremos viendo algo más que pequeñas escenas:

Podremos ver a una jovencita ( María), sorprendida por un anuncio de maternidad inesperada y a un atribulado José que no se cree lo que pasa, asumiendo su pronta paternidad con un cúmulo de dudas, pero con la decisión de aceptar al Hijo que Dios pone bajo su custodia.

Una escena reflejo de tantas mujeres que se ven sorprendidas por un embarazo que no preveían y que les complica la vida o es fruto de una agresión. Un reflejo de cómo se afrontan esas situaciones sobrevenidas y cómo se ayuda, o no, a las futuras madres.

Y también vemos la escena de un largo viaje para empadronarse, escena que vemos, con frecuencia, repetida en las noticias diarias, que nos enseñan madres con hijos pequeños buscando en pateras un mundo mejor, y encontrando muchas veces que no hay posada.

Y María recostó al Niño en un pesebre y lo envolvió en pañales, a semejanza de quienes también buscan cobijo por falta de vivienda o por falta de familia. Lo recostó en un pesebre? y ahora lo podía haber hecho en un cajero de banco o en un rincón apartado de una calleja donde encontramos a personas sin techo refugiándose del frío.

Y fueron los pastores, avisados por el Ángel, a adorar al Niño. En nuestra sociedad, ¿qué darían los medios de comunicación por una exclusiva o una primicia como aquel anuncio a los pastores? Y, sin embargo, la Navidad, el Nacimiento de Niño Jesús, pasa desapercibido en los telediarios y en los periódicos. La Navidad sólo se recuerda en las guirnaldas de luces, en las compras, en las reuniones familiares o empresariales, sin que, al informar de ello, se haga mención a por qué se hace la fiesta.

Nos sorprende la escena de la Huida a Egipto con ambientación de grandes templos milenarios, cuando la realidad de la huida para encontrar mejores medios de vida y para encontrar refugio contra la guerra y la persecución, la vemos a diario, y muchas veces con finales trágicos.

Y podemos seguir mirando el belén: también hay una casa de familia con el carpintero José y María en sus labores queriendo mostrar que todas las casas deberían ser así; con trabajo para poder vivir, con sustento, con oportunidades para progresar, sin obstáculos ni guetos y con condiciones dignas de habitabilidad.

Y qué decir de la llegada de unos Magos con ganas de adorar al Niño. ¿Se reúnen con esa misma intención los poderosos de la tierra? ¿Buscan encontrar las mejores condiciones y las mejores leyes para que la convivencia y la vida diaria de las personas sea más fácil y las relaciones sociales, familiares, culturales y hasta comerciales, sean factibles y buscando el progreso de todos los pueblos? ¿Se sigue a la estrella de la mejora de los pueblos?

Mirando el belén encontramos la oportunidad de una pequeña reflexión: está bien que se celebre la Navidad con cantos, alegría, luces y regalos; eso lo encontramos en el belén; los ángeles cantaron, los pastores se llenaron de alegría, brillaron las estrellas, el Niño recibió regalos. Pero eso, siendo celebración de Navidad, no es la celebración de la Navidad si le falta poner de manifiesto que Dios se hizo hombre y nos enseñó a ser sencillos, colaboradores, responsables, amables, alegres, comprensivos, familiares? y acogedores y solidarios para con los que menos tienen.

Mirando el belén celebraremos la Navidad un poco más de verdad. Así lo deseamos los belenistas cuando ponemos los belenes. Gracias a todos los que los visitan. Miren el belén un poco más allá de lo que los ojos ven. Feliz Natividad.