Divulgar es transformar en accesible, en comprensible, el conocimiento científico. Atendiendo a esta definición, parece lógico que una buena parte de la responsabilidad de divulgar la ciencia recaiga en aquellos centros y organismos en los que se genera tal conocimiento. Se trata, por tanto, de una tarea que debe tener un peso importante entre las funciones que desempeñan las universidades, al mismo nivel incluso que la investigación, la docencia, la gestión y la transferencia. Precisamente en esta última queda englobada la tarea divulgativa, junto con la creación de patentes, los contratos con empresas o los registros de propiedad intelectual y otros aspectos relacionados con el concepto de contribución social.

No obstante, para que la Universidad pueda desempeñar de forma adecuada la valiosa tarea de la divulgación científica deben darse una serie de condicionantes. El primero y, sin duda el más complejo, consiste en conseguir que los propios investigadores puedan otorgar a la divulgación el protagonismo que merece. Las dedicación de un profesor universitario a tiempo completo se reparte entre el plano docente, que incluye la preparación de las clases, su desarrollo, la corrección de ejercicios, diseño de exámenes o tutorías; la labor investigadora y la transferencia, que abarca, sobre todo, leer, estudiar, hacer trabajo de campo, redactar artículos de investigación, acudir a congresos, redactar proyectos o solicitar patentes y la gestión, que conlleva responsabilizarse de diferentes tareas relacionadas por ejemplo con la calidad de los grados, másteres o doctorado, su proyección, atender a necesidades en cuanto a espacios, software, infraestructuras o vida universitaria, entre otros quehaceres.

La realidad es que en este abanico de tareas cuesta trabajo disponer de tiempo para mantener un blog divulgativo, un programa de radio o incluso aceptar una entrevista con un medio de comunicación. Por lo tanto, para que el profesor pueda atender la divulgación científica como una labor de primer nivel, resulta imprescindible que los sistemas de evaluación de la calidad del profesorado sitúen a la divulgación al mismo nivel que se encuentra la tarea investigadora y la docente, así como la transferencia en términos generales. De esta manera, aquellos investigadores interesados por ejercer la divulgación podrán encontrar reconocido su esfuerzo.

En este sentido, desde la Red de Universidades Valencianas para el fomento de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (RUVID) aplaudimos la puesta en marcha en 2018 de la evaluación de la actividad de transferencia del conocimiento e innovación, es decir, del conocido como Sexenio de Transferencia, que en su punto cuatro, recoge aquellas actividades que redundan en el beneficio de la sociedad civil y en sus distintos grupos de interés. En este apartado, se valoran aspectos relacionados con la proyección externa y con la consolidación de la imagen pública universitaria. Concretamente, en el último epígrafe de este punto se recogen las actividades de difusión de la investigación en medios de comunicación.

Sin embargo, aunque consigamos que el investigador conciba la divulgación como la tarea imprescindible que es, resulta complicado encuadrarla en su día a día, puesto que divulgar conlleva un esfuerzo y una dedicación similar al resto de tareas enumeradas. Además de que le puede ser dificultoso de realizar, ya que nadie le ha preparado para ello de una manera específica.

Y en esta problemática es donde juegan un papel fundamental las unidades de Cultura Científica y los gabinetes de prensa de las instituciones universitarias. De hecho, hemos visto cómo estos centros especializados en generación de contenidos divulgativos propios de las universidades valencianas en concreto, y de las españolas en general, han llevado a cabo importantes esfuerzos en los últimos años para dar a conocer sus trabajos, sus estudios y su nivel de excelencia a la sociedad.

Resulta por lo tanto fundamental que se apoye con todo tipo de recursos el trabajo que desempeñan estos gabinetes y unidades de difusión de la cultura científica. Por ello, desde RUVID, trabajamos en la comunicación social de los resultados de la investigación que se generan en nuestras universidades y en la divulgación de conocimientos científicos y tecnológicos de interés general.

Entre las iniciativas que están en marcha en este apartado destacan los talleres de comunicación social de la ciencia, los ciclos y conferencias, la puesta en marcha de concursos, la organización de encuentros o la elaboración del anuario, entre otras actividades. En el terreno de las acciones de divulgación que proponen las universidades y centros, tiene un papel fundamental las convocatorias de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Con sus convocatorias de apoyo a la difusión de la ciencia, la Fundación financia (en su totalidad o en parte) un buen número de proyectos de interés divulgativo, pero lo cierto es que muchas de las iniciativas, algunas de gran interés, se quedan fuera de la financiación ante la gran competencia y la limitación de recursos.

Como explica el divulgador científico Manuel Toharia, la Universidad debe ser «una especie de adalid» a la hora de concienciar a la población de los incesantes progresos del saber humano, pero para que pueda asumir esta tarea, es necesario aumentar el apoyo que se destina a la divulgación del conocimiento. Estamos convencidos de esta necesidad y del enorme beneficio que conlleva para la sociedad.

La comunicación a la sociedad civil de los avances de la ciencia de forma comprensible, redundará en una mejora de la imagen del quehacer de la Universidad y de la importancia que su papel tiene en el presente y en el futuro de nuestro entorno.

De nuevo retomando las palabras del reconocido divulgador español, «cuando se educa a la población de una manera atractiva y atendiendo a sus curiosidades e inquietudes, se está contribuyendo a incrementar el nivel medio de su cultura y a construir una comunidad que disfruta de un mejor conocimiento de las cosas que le rodean». Lo que a su vez repercute en una mayor calidad de vida y, en definitiva, en una sociedad más libre.