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Opinión

El imperio contraataca

Creo que ya no hará falta insistir en la necesidad de que Reino Unido repita el referéndum sobre el Brexit. Se quieren ir. La aplastante mayoría de Boris Johnson. «Es que en Londres y en Manchester votaron en contra,... es que la Inglaterra profunda decantó las votaciones,... es que, es que». Paparruchas, como decía Mr. Scrooge. No le den más vueltas: pasan de Europa. O, al menos, de la idea política de Europa. Y hasta de la mera acepción geográfica, si ello fuera posible. Recuerden aquel titular de The Daily Mail: «Niebla en el canal, el continente aislado».

He leído con atención análisis posteriores a la victoria tory, todos ellos sesudos, en apariencia rigurosos, firmados por periodistas bregados en la actualidad internacional y nada sospechosos de reclamar el Peñón. En todos ellos se aludía con más o menos detalle al Imperio Británico y a la reafirmación de una nación nostálgica de la otrora metrópoli. Su euroescepticismo, por tanto, no es de esta época, como no son del siglo XXI los aires de superioridad añadidos que vienen de serie como en el Aston Martin de 007.

Son la patria de los Beatles, de Shakespeare y de Churchill; la cuna del inglés y de la minifalda, el país donde a los hombres se les llama Lord, a las damas, Lady, y a los padres de la patria, Sir. Incluso una práctica sexual (la «disciplina inglesa») lleva el apellido del gentilicio. Es lo que tienen los territorios que han dominado el mundo, que exhiben un glorioso pasado como carta de presentación, pero les cuesta reconocer que ya no hacen canciones como las de McCartney ni dramas como los de Shakespeare, y que en lugar de estrategas como Churchill entronizan a pesos ligeros como Johnson o Corbyn. ¿Les suena? Nosotros también fuimos metrópoli. Nos delata la condescendencia racista con la que miramos al Magreb y a América Latina o la rapidez con que cubrimos nuestra propia roña a base de himnos y banderas, con la complicación agregada de que el fenómeno aquí se multiplica por 17. Aún estamos lejos de renunciar a Europa, pero a una o dos elecciones de incluir en el debate político que en este imperio no se ponía el sol.

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