Tras los últimos resultados, que no hacen más que confirmar en los terrenos de juego la caótica situación en los despachos de la institución herculana, ha hablado todo el mundo, y la coincidencia es unánime. Afición, medios de comunicación, desde la prensa escrita hasta los que se han recorrido los campos y localidades de la maldita Segunda B narrando los partidos, y la ciudad en general, si exceptuamos al anterior alcalde que ha intentado defender lo indefendible, han dictado sentencia tras 20 años de agonía y arbitrariedades. Esto no tiene arreglo hasta que Enrique Ortiz se vaya, hasta que venda el club a quien sea y como sea, pero pronto, antes de que la debacle sea mayor o que el engaño vuelva a sembrarse entre crédulos y bienintencionados. El cómo, solo él lo sabe, él para qué, se lo decimos ya la gran mayoría: para la salvación del Hércules, para que pueda llegar a cumplir 100 años, para que los herculanos nos sintamos orgullosos de nuestro club. Ese escudo que diseñara en su día Casimiro de la Viña, merece el respeto que demandaba la afición al término del partido ante el Badalona. Y el respeto pasa por la marcha de Ortiz y quienes le han apoyado pasiva o activamente. En casos como el del Hércules, 20 años de gestión de una misma persona, las comparaciones dejan de ser odiosas para convertirse en herramientas de trabajo para un análisis serio. Las excepciones confirman la regla, hablemos de los últimos veinte años de la andadura del Hércules, hablemos al tiempo del de otros equipos en el mismo periodo. Hay algunos que atraviesan por momentos convulsos similares al del equipo alicantino y de parecida categoría histórica. A saber: Recreativo de Huelva: 4 años en primera, 11 en segunda, 5 en segunda B (clasificado el 9 con 22 puntos en el grupo IV); Real Murcia: 2, 11 , 7 (11 con 20 en el grupo IV) , y Nàstic : 1, 12, 7 (16 con 17 en nuestro grupo, al que visitamos la próxima jornada). Otro como el Córdoba, con 1 en primera, 16 en segunda, y 3 en segunda B, marcha el quinto con 30 en el grupo IV. Ni Lleida, ni Cultural, con tan solo un año en primera, ni Badajoz o Cartagena con ninguno, están a la altura histórica del Hércules, con 20 años militando en la máxima categoría. Como mucho el Sabadell con 14 temporadas entre los mejores, Castellón con 11, el desaparecido Salamanca con 12 años, el Burgos con distintas denominaciones con 9, o el Pontevedra con 6, todos muy por debajo de los alicantinos, se acercarían al curriculum herculano. Clubes que militan hoy en día en la división de bronce bastante mejor posicionados que el equipo alicantino, y todos, con muchísimos más puntos, en casos doblando e incluso cerca de triplicarlos, a estas alturas de temporada. En segunda, Cádiz con una en primera, 9 en segunda, y 10 en segunda B; Elche con 2,17,1; Las Palmas con 5,13,2; Albacete con 2,14,4; Tenerife con 2,16,2; Racing con 11,4,5 y Rayo con 9,7y 4, también están muy lejos de la bochornosa trayectoria herculana de las dos últimas décadas.

Unicamente el Oviedo, que militó en Tercera División, tiene peor ranking, aunque lleva un lustro seguido militando en la división de plata. Los fríos números no engañan. La conclusión final no puede ser más que aquí solamente sobra uno, y todo el mundo sabe quién es. Ni nuevos entrenadores, ni llamamientos a la profesionalidad de la plantilla, ni una necesaria revolución en el mercado de invierno. Serían parches que al poco tiempo dejarían de nuevo al descubierto las carencias de una gestión institucional y deportiva absolutamente nefasta. Una semana menos.