Los acontecimientos políticos que están acaeciendo en España las últimas semanas me han llevado a rememorar mi paso por la Facultad de Filología de la Universidad de Alicante, en especial a las muchas horas que dediqué al estudio de la lingüística, disciplina que estudia el origen, la evolución y la estructura del lenguaje, con el objeto de deducir las leyes comunes que rigen todas las lenguas.

La lingüística, en el fondo, es una especie de filosofía del lenguaje, en la que se investigan diferentes conceptos que establecen su funcionamiento. Dos de esos conceptos, nucleares en el funcionamiento de cualquier lengua, son la cohesión y la coherencia textuales. Para comprenderlos, es necesario que sepamos primero la diferencia entre dos términos, acuñados por el lingüista norteamericano Noam Chomsky: el de estructura superficial, es decir, la organización sintáctica de una oración tal como se presenta, frente al de estructura profunda, que supone la organización de esa oración en un nivel más abstracto, antes de que se operen una serie de transformaciones que supondrán el paso de la estructura profunda a la superficial.

Un texto lingüístico es una unidad semántica que consta de dos planos, el del contenido y el de la forma. El primero se encuentra en la estructura profunda y está conformado por la organización lógica de las ideas o proposiciones. El segundo, en la estructura superficial, constituye la expresión lingüística de ese pensamiento, previamente organizado, y se vale de oraciones.

Por lo tanto, desde un punto de vista lingüístico, la coherencia se podría definir como una propiedad fundamental de los textos que se refleja en la estructura superficial en una serie de fenómenos a los que nos referimos como cohesión. Es decir, la coherencia es la cualidad semántica de los textos que selecciona la información relevante e irrelevante, mantiene la unidad y organiza la estructura comunicativa de una manera específica; la cohesión, por su parte, obedece a los criterios formales de las diferentes lenguas.

Pero pasemos de la lingüística a la metalingüística, o sea, al estudio de las relaciones entre la lengua y la cultura de una sociedad determinada. Imagino que estarán al corriente, es difícil abstraerse a ello, de las negociaciones que está llevando a cabo el PSOE con ERC para formar gobierno. Sin entrar en el fondo del asunto, cuya «coherencia», tras lo dicho por Pedro Sánchez durante la campaña electoral es palmaria, me gustaría que compartieran conmigo alguna reflexión sobre los comunicados emitidos por ambos partidos tras las tres reuniones que han mantenido hasta la fecha.

Voy a entresacar algunas frases de esas brevísimas notas como ejemplo de la tesis que les quiero formular. En la primera, celebrada el día 28 de noviembre, se afirmaba: «Ha sido una primera aproximación en la que se ha podido constatar la existencia de diferencias pero también de puntos de encuentro y, en todo caso, una voluntad compartida de diálogo que permita desencallar la formación de Gobierno y asegurar la estabilidad política necesaria?».

En la segunda, que tuvo lugar el 3 de diciembre, se podía leer que «En este segundo encuentro se han reafirmado en que hay un conflicto político y que debemos resolverlo políticamente. Y en este sentido hemos avanzado en la reflexión para activar la vía política buscando los instrumentos necesarios para su encauzamiento».

En la última celebrada hasta ahora, el pasado día 10 destacaron que «Constatamos avances en la definición de los instrumentos necesarios para encauzar el conflicto político sobre el futuro de Cataluña, que deseamos abordar desde el respeto y el reconocimiento institucional mutuo. Durante la reunión se ha tratado sobre la recuperación de derechos sociales, civiles y laborales, donde destacamos coincidencias notables».

Les invito a que lean los comunicados completos (son muy sucintos y se encuentran fácilmente en Internet) para ver si coinciden en mi análisis: sólo hay dos posibilidades; o los autores de esas notas padecen un grave trastorno de agramatismo, o intentan retorcer el lenguaje para ocultar las oscuras maniobras que se esconden tras estas reuniones del PSOE y ERC. O ambas cosas a la vez.

Mientras tanto, en nuestro querido pueblo, o lo que va quedando de él, una vez celebrado el inane «Debate sobre el estado del municipio», la actividad política se centra en torno a los presupuestos municipales para el próximo ejercicio. Presupuestos que incrementan los gastos, y los impuestos claro. ¿Será por dinero? Eso sí, el presupuesto será inversor, social, modernizador, vertebrador y muy verde, que ahora está de moda.

En fin, que si quieren seguir con la lingüística, pueden leer el discurso del alcalde en el «Debate sobre el estado del municipio». Ahí podrán aprender todas las formas del futuro, en especial la perífrasis verbal «ir a + infinitivo», utilizada de forma recurrente en todas sus intervenciones, pues siempre nos habla de lo que va a hacer, ya que poco se ha hecho en Elche en los últimos cinco años. Pero si lo que pretenden es recabar ejemplos de cómo no se debe hilar un discurso coherente y cohesionado, ahí no tengan ustedes dudas, la edil de Hacienda es la número uno indiscutible.