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La (insoportable) inanidad de Ciudadanos en cultura

Desde hace medio año, la concejala de Igualdad y Sanidad de Sant Joan, Julia Parra, ostenta también el cargo de diputada provincial de Cultura y su colega Antonio Manresa ocupa la concejalía de Cultura en Alicante. Ambos pertenecen a Ciudadanos y están en esos puestos públicos porque el PP necesitaba el voto del partido naranja para gobernar en el Ayuntamiento de Alicante y en la Diputación. Ninguno atesoraba antes de acceder al cargo experiencia en gestión cultural ni consta iniciativa alguna de índole cultural previa ni siquiera una pregunta en pleno de Manresa en la anterior corporación alicantina, pero tanto Carlos Mazón en la Diputación como Luis Barcala en el Ayuntamiento los consideraron apropiados para esas áreas.

De Parra depende una de las instituciones más valiosas de esta provincia, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, que en los últimos cuatro años ha estado dirigido por José Ferrándiz Lozano, antes por José Luis Ferris y antes por Francisco Sánchez, cada uno con su sello personal. Todos aportaron calidad y rigor a una programación siempre volcada en lo local, leáse provincial, en algunos casos de miras más amplias, más cosmopolita, pero siempre atenta al pulso cultural de una provincia generosa en creadores. Ferrándiz Lozano cesó voluntariamente tras cumplir con nota alta el periodo para el que fue designado y con él se fueron todos los responsables de los departamentos del Gil-Albert. Desde entonces el primer organismo cultural de la provincia está sin dirección ni programa y apenas tiene actividad. La mayoría de sus ciclos ya no existen y solo se realizan algunos actos que dejó programados Ferrándiz. No hay seminarios ni ciclos literarios ni presentaciones de libros ni exposiciones. Del dinamismo cultural de los últimos cuatrienios hemos pasado casi al páramo, algo inédito en la larga historia de este organismo.

La dirección del Gil-Albert siempre ha sido un puesto de libre designación que nunca ha suscitado polémica, más allá de que puedan agradarnos unas personas más que otras y sus propuestas, porque el perfil de sus directores, profesionales y creadores de dilatada y reconocida trayectoria cultural, ha estado por encima de cualquier consideración política. Pero a punto de acabar 2019, insisto, medio año después de su acceso al puesto, la vicepresidenta no ha sido capaz de encontrar a nadie para ese puesto y parece no tener prisa en hacerlo. La sensación de que a la diputada de Cultura la cultura no le merece ninguna urgencia es inevitable. Nadie se habría rasgado las vestiduras si Parra hubiera designado hace meses a una persona para dirigir el Instituto Alicantino de Cultura pero optó por el camino del concurso, legítimo pero innecesario. Es lo que se esperaba de ella, que al menos tuviera una política cultural en la cabeza y un nombre para desarrollarla, pero no hemos tenido suerte.

Los periodistas llevamos meses preguntándole por el vacío en el Gil-Albert y ayer, en una rueda de prensa, cometimos el pecado de volver a hacerlo, lo que desconcertó e incomodó a la diputada, que siguió sin poner una fecha concreta al concurso para la dirección -en octubre lo fió a noviembre, ayer dijo diciembre y terminó hablando de enero- y esquivó concretar el perfil que quiere, remitiéndose al trabajo de los técnicos culturales de la institución. De nuevo un político parapetándose tras los técnicos. Por cierto, Parra también tiene las competencias de Transparencia en la Diputación.

Pese a sus desconcertantes respuestas, como si el asunto no fuera con ella, dejó caer alguna idea, de esas que, como decía un tal Murphy, si algo va mal, seguro que irá a peor. Porque designar primero a los responsables de las diversas áreas del Gil-Albert y convocar después un concurso para la dirección, además de atentar contra la lógica, pues dividiría al IAC en reinos de taifas, crearía sospechas de enchufismo y amiguismo, y rebajaría la figura del máximo responsable al de mero comparsa. ¿Con esas condiciones quiere la diputada buscar un candidato/a? ¿Quién va a querer dirigir un centro cultural si no puede elegir a los responsables de arte, de publicaciones, de investigación, de humanidades o de ciencias?

Así que tendremos concurso, pero mientras se termina de hacer el pliego, se convoca, se elige a la persona, ésta toma posesión, pide tiempo y pone en marcha una programación, nos podemos tirar no sé cuantos meses contemplando el pajarito.

Citaba al principio de estas líneas al concejal de Cultura de Alicante, porque la inacción y la vacuidad parecen seña de identidad en los políticos de Ciudadanos en materia cultural, cuyas dos caras más visibles en la provincia son Parra y Manresa. El edil alicantino, asiduo a inauguraciones, todavía no ha puesto sobre la mesa una sola idea para la ciudad y sigue enredado con el concurso para elegir al director del Teatro Principal de Alicante. Sí, también está vacante el puesto desde que el concejal tomó posesión en junio. Dice que está en ello, que ya tiene un borrador y que la próxima semana hablará con el alcalde. Pues nada, seguiremos a la espera.

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