No será esta del próximo día 12 la primera visita del Consell Valencià de Cultura a Orihuela (que recuerde, el pleno se reunió ya anteriormente en un par de ocasiones anteriores, además de la presencia de algunos de sus miembros en diversos actos culturales). Pero sí será esta del jueves la primera vez que se pondrá sobre la mesa una propuesta que afecta no sólo al presente sino al futuro de la comarca. En efecto, el CVC llega para presentar al Grupo de Trabajo que debe formular iniciativas y reunirlas en un informe, solicitado desde Presidencia de la Generalitat, sobre la cultura como elemento de progreso en la comarca de la Vega Baja.

Viene a ratificar esta visita la posición que Santiago Grisolía, presidente del alto órgano consultivo de la Generalitat en materia de cultura, mantenía en su prólogo a Los Síndicos de Orihuela, publicado este mismo año: «Orihuela -afirma don Santiago- fue nuestra gran ciudad del sur. Marcó desde hace siglos la frontera del antiguo reino, una frontera militar, pero también mental y cultural en el sentido moderno de estas palabras. Lo fue con eficacia y distinción, y recorrió un camino bastante paralelo a su espejo del norte, la ciudad de Valencia y capital del Reino. Las dos se observaron, se reflejaron por así decirlo, y se mantuvieron firmes en su papel de principales hasta la Guerra de Sucesión. Orihuela pagó muy cara su resistencia de entonces». Añade Grisolía que «luego vinieron los tiempos de la desmemoria y el distanciamiento» y que «se perdió mucho, muchísimo. Pero, y aquí viene lo bueno, no todo. Ni mucho menos». Porque, a juicio del sabio profesor, «Orihuela sigue siendo el referente del sur para los otros valencianos. Y también porque vuelve a poseer capital humano.

No me cansaré de repetir -insiste- que nada es posible en lo colectivo si no se consigue que muchos, con la formación suficiente y en diversos campos, trabajen y creen en una sociedad que sepa valorar la vital importancia de la formación y el talento. En el entorno de nuestra capital del sur se ha ido tejiendo en estas últimas décadas una trama empresarial y educativa que podría hacer posible un salto impensable no hace tanto».

Ante la inminente visita del Consell de Cultura, cobran vigencia otras palabras de su presidente: «En la encrucijada de nuestro tiempo, entre la globalización total y la nostalgia de un mundo más seguro que hemos conocido bien pero que va desapareciendo ante nuestros propios ojos, quizá un ecosistema como el oriolano podría ser capaz de todo, de tener éxito de nuevo, si consiguiera el muy difícil equilibrio entre la creación hacia afuera y hacia adentro. Dicho de otra manera, conseguir por un lado una sociedad compleja y eficaz, sin miedos, que mire de tú a tú a las sociedades vecinas y a otras más lejanas. Y, por otro lado, que sepa reforzar los vínculos con los territorios propios de su historia y mantener viva la memoria de su gran pasado y de su decadencia. Porque así se recuerdan los caminos que no hay que volver a transitar».

Pueden imaginar ustedes la satisfacción que algunos hemos experimentado al pensar que, desde su autoridad académica, don Santiago está convocando a la sociedad oriolana para que se movilice en torno a proyectos que pongan en valor todas las potencialidades de la ciudad. Una enorme satisfacción porque su planteamiento coincide plenamente con los objetivos de CulturÓpolis, un proyecto de distrito cultural que ha pasado diferentes controles a nivel nacional y que tiene como objetivo la creación de un ecosistema creativo en el casco histórico de Orihuela, mediante la transformación innovadora del mismo. Propone el proyecto acudir a la economía creativa como impulsora del desarrollo de un tejido económico local profesionalizado, basado en las industrias creativas y culturales, en la transformación digital, y que funcionaría como un motor de regeneración, tanto de la economía local como del entorno urbano en sí mismo.

Se trata de orientar el sector económico tradicional de Orihuela hacia una economía del talento, mediante la combinación de tres perfiles muy diferentes (emprendedor, tecnológico y creativo), generando espacios de formación, trabajo y encuentro para identificar modelos de negocios innovadores. Sin olvidar la recuperación urbana del centro histórico, la rehabilitación de espacios en desuso, la incorporación de la arquitectura efímera/itinerante en los espacios vacíos de la ciudad, actuando para atraer actividades creativas al centro y favoreciendo una integración física urbana pero también social.

Volviendo al prólogo del libro, finaliza Santiago Grisolía con unas palabras inmejorables para concluir estas líneas: «?que mis muy queridas Valencia y Orihuela sepan crear una fructífera complicidad para un futuro mejor. Que sea verdad que el Oriol es el ave que más alto vuela y que más rápido construye su nido. Porque no tenemos tiempo que perder». Así lo creemos también algunos. Y esperamos que lo entienda igualmente el Gobierno de Ximo Puig para que, cuanto antes, se pase de las musas al teatro, de las palabras a los hechos.