Votantes de Vox, no conseguiréis mi odio. Eso sí, os concedo el trofeo al dolor provocado a todas las personas que creemos en la Humanidad, en sus dos vertientes: como muestra de solidaridad hacia nuestros semejantes y la Humanidad como el concepto que abriga al conjunto de los seres humanos.

Me gustaría tener la certeza de que la mayoría del electorado de este partido ultraderechista en realidad no ha reflexionado lo suficiente sobre el significado y las consecuencias de su voto. Un voto que contiene un vendaval de rencor, de descalificaciones, de desprecio por el diferente; en definitiva, de odio hacia todo aquello que no entienden. La lista de las potenciales víctimas de este discurso es casi infinita: Los españoles cuya lengua materna no es el castellano; las personas que amamos líbremente, sin pedirles permiso ni perdón por ello; aquellos que profesamos otras religiones o, sencillamente, ninguna. Las víctimas de violencia de género y todos los que no dudamos en ponernos a su lado para pedir más protección. Los españoles que aún tienen, décadas después, a familiares enterrados en fosas anónimas. Las personas que defendemos a los animales de cualquier tipo de trato cruel.

Entre los muchos apartados de vuestra propaganda, el que más me duele es vuestro descomunal odio a las personas que, huyendo de la fatalidad de su país, se han visto obligadas a arriesgar sus vidas para llegar hasta aquí. Personas que tras perderlo todo han visto en nuestro modelo de convivencia una esperanza, un futuro mejor para ellos y sus hijos. Los habéis puesto en el centro de vuestra diana sin importaros las consecuencias, pensando únicamente en el rédito electoral.

No puedo entender, por qué motivo muchos cargos de Vox tomaron posesión en mayo de sus flamantes cargos nombrando a Dios y exhibiendo ostentosas cruces. Vosotros habéis sustituido el verdadero mensaje de Cristo por unos símbolos que en vuestras manos no significan nada. ¿Reconocéis estas citas?: « Atended a los huérfanos», Santiago 1:27, mientras vosotros promovéis el recelo y la animadversión hacia los niños migrantes. Delincuentes los llamáis cuando en realidad es sobre muchos de vosotros sobre quien pesan serias acusaciones de delitos por parte de la Fiscalía. ¿Sois cristianos? ¡Ayudadles! « Ama a tu prójimo como a ti mismo», Marcos 12:31, « Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis...les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún el más pequeño, lo hicieron por mí...» Mateo 25:35.

Y no queréis ayudar a las personas en busca de refugio. Estoy convencida que cada insulto a cada persona desprotegida, sea cual sea su causa, ha sido un insulto a Dios. Aun así, os digo: de Vox se puede salir. Reflexionad vuestro voto, pensad si queréis una sociedad llena de resentimiento, injusta y despiadada con el prójimo. Pensadlo con calma, porque, quizá, sin saberlo, estáis cocinando el veneno que nos tocará beber a todos. Vuestros seguidores deben saber que ese veneno sí será repartido como os gusta a vosotros: primero, los de aquí.