Puede parecer raro, insólito, extraño, pero de lo que menos hay que hablar hoy en el Hércules CF es de fútbol, de tácticas, de posicionamiento en el campo, de la técnica de sus jugadores, del estado físico de la plantilla, en fin de todo lo relacionado con el bello deporte del balompié. Ahora, y por desgracia desde hace años, hay que poner el acento en la propiedad y sus desatinos, sus errores de bulto, su infame gestión, sus decisiones arbitrarias. Frente donde vivo, hace unos meses una empresa constructora/promotora está llevando a cabo la explanación y urbanización de unos terrenos para más tarde edificar. La contrata encargada, con sus trabajadores, maquinaria, camiones y demás, es Tizor, o sea Ortiz Ortizal revés, otra más del mayor accionista que al contrario que con el Hércules, gestiona y dirige con buen tino, obteniendo pingues beneficios. Dos sociedades, dos direcciones diametralmente opuestas de la misma persona.

Hace ya unos cuantos años, me llamaron de Información para que me hiciera cargo de un blog que tratara sobre el Hércules, mi equipo, el club de mi ciudad. Acepté encantado para poder dar un punto de vista distinto y distante de la oficialidad de Zarandieta. Un gol al arco iris, y una semana menos para que Ortiz se vaya, fueron los lemas que elegí como cabecera y término de mis artículos, con los que pretendía ofrecer a la afición y alicantinos cuál era el problema de fondo del Hércules. No los del día a día, no los de un resultado injusto o de una racha de juego negativa, no la de unos delanteros que no marcaban ni al arco iris, no el de una complicación institucional más, no el de críticas exacerbadas o de cariz molesto para los accionistas y corifeo de amigos para siempre, sino el que le había llevado a una posición ominosa. Advertir que el mal, el cáncer del club alicantino es quien ejerce de propietario desde que un alcalde de Alicante pactara con él un «quid pro quo», un «do ut des».

Fue el principio del infierno que vive la institución herculana. No importa ya el resultado con el Olot, otro empate a domicilio sin pena ni gloria, o el de los próximos encuentros. Esto es un caos cuya única solución es la salida del club de la actual propiedad y sus allegados, sean presidentes, directores deportivos o cualquier otro puesto remunerado que dependa de sus constantes arbitrariedades. Tras la debacle de La Nucía, vino la lastimosa pelea entre jugadores, y el enfrentamiento público entre plantilla y dirección deportiva. Todo un desideratum. Para evitar responsabilidades, Portillo se saca del bolsillo un psicólogo. Para levantar los ánimos dicen, no será para los excitados en el vestuario.

El barco se hunde, la sentina está totalmente inundada de despropósitos y estulticias. Están jugando con los sentimientos de miles de alicantinos y el prestigio de un club oficialmente casi centenario, al que le contemplan ya más de cien años desde aquel partido ante el Benaluense. Ni Muñoz, ni la plantilla, ni aunque no se baje a Tercera, ni aunque por mor de un milagro se lograra plaza de Copa, nada solucionaría el problema. Todos sabemos desde dónde se extiende la metástasis. El Hércules ha entrado en depresión, y Murphy y sus leyes siempre están al acecho. Nuestro único consuelo: queda una semana menos para que Ortiz se vaya del Rico Pérez.