A lo largo de los años ha habido esculturas públicas que han desaparecido de las calles alicantinas o que se proyectaron pero no llegaron a instalarse.
Desaparecidas
El 20 de junio de 1890 fue inaugurada en el Paseíto de Ramiro una estatua de bronce que homenajeaba al filántropo José María Muñoz. Ocho años después, el 28 de julio de 1898, fue desmontada y guardada en un almacén municipal, debido al parecer a su baja calidad artística.
Lo que ocurrió después con esta estatua lo sabemos gracias a las indagaciones realizadas por mi amigo Alfredo Campello, recogidas en su libro «Alicante, a pie de calle»: El concejal republicano José Guardiola Ortiz propuso en 1913 que se refundiera la estatua y que Vicente Bañuls elaborase una nueva, pero no se llevó a cabo. El periodista Fernando Gil la encontró en 1980 en los almacenes de la cochera de tranvías y, desde las páginas de este diario, pidió su recolocación, pero su petición no fue atendida y poco después fue vendida como material de desecho. Gil insistió en 1984 en el asunto y, en noviembre de aquel año, se anunció «la cesión gratuita por parte de su nuevo dueño y su próxima instalación en el Paseíto. Pero algo debió ocurrir porque la estatua siguió en Desguaces Conesa de Sant Vicente del Raspeig». En esta chatarrería la encontró Alfredo muchos años después, quien acompañó a una representación del Ayuntamiento el 17 de febrero de 2011 que trató de comprar la escultura, sin conseguirlo.
El 8 de marzo de 1907 fue inaugurado en el paseo de los Mártires, cruce con la calle Alberola Romero, el monumento dedicado a los Mártires de la Libertad que había realizado Vicente Bañuls. En 1916 fue trasladado a la plaza Joaquín Dicenta (actual plaza del Mar). Fue desmontado al finalizar la Guerra Civil.
Según Rosa Mª Castells, está desaparecido desde hace muchos años un busto de Emilio Castelar realizado por un escultor madrileño, que fue inaugurado en el castillo de Santa Bárbara en 1934.
También se encuentra en paradero desconocido el busto «Heliófilo», dedicado según Castells al periodista Félix Lorenzo, que fue encargado por la Asociación de la Prensa de Alicante al escultor José Samper Ruiz y erigido en 1934 en el castillo de San Fernando.
Proveniente del antiguo cementerio de San Blas, una pirámide de sillería, planta triangular y gran altura fue colocada en 1961 en el baluarte de Bon Repós del castillo de Santa Bárbara. Según una placa conmemorativa, era un homenaje a Amílcar Barca, quien se pensaba había sido enterrado en el Tossal de Manises, según interpretación del catedrático Lafuente Vidal. Pero en 1970 el arqueólogo Enrique Llobregat demostró que se trataba de una incorrecta interpretación histórica. La pirámide fue retirada cuando el baluarte se convirtió en aparcamiento de autobuses. Alfredo Campello dice que este panteón piramidal era propiedad en 1912 de Bernardino Roca de Togores y en él estaba enterrado desde 1882 Ramón Sardina, director de la sucursal del Banco de España en Alicante. Como es bien sabido, al cerrarse el cementerio de San Blas a mediados del siglo pasado, algunos de los monumentos funerarios que no fueron trasladados al nuevo camposanto fueron vendidos por el Ayuntamiento y otros fueron utilizados para recolocarlos en la ciudad, sobre todo en el castillo de Santa Bárbara.
Santiago Varela recuerda que, en 1989, con motivo de la celebración del quinto centenario de la llegada a la ciudad de la Santa Faz, el Ayuntamiento organizó una exposición temporal en el paseo marítimo, a cargo del artista Dionisio Gázquez, que fue desmontada y almacenada. También en 2001 la Fundación Capa organizó en el castillo de Santa Bárbara exposiciones temporales de esculturas, de las que no ha quedado ninguna obra.
En el muelle de Levante fue colocado en 1997 un reloj de sol construido por el astrónomo José Vicente Pérez y cedido por la Caja Mediterráneo al Ayuntamiento. Estaba considerado como uno de los mejores del mundo, según la Sociedad Británica de Relojes de Sol. En julio de 2011 quedó inservible a causa de un acto vandálico, al ser quebrado uno de sus brazos, y fue desmontado.
En marzo de 2013 fue inaugurada una escultura de fibra de vidrio del célebre «Sargento Moquillo». Estaba colocada en el parque del Tossal, donde había estado el parque infantil de tráfico donde el agente Antonio Pomares había impartido clases a los niños. Dos semanas después fue arrancada por unos gamberros. Fue retirada y almacenada.
No realizadas
En noviembre de 1956, con motivo del vigésimo aniversario de la muerte del fundador de la Falange, el alcalde Agatángelo Soler propuso la erección de un monumento dedicado a José Antonio Primo de Rivera. El gobernador Evaristo Martín Freire respaldó la propuesta y la elevó a los ministros de Gobernación y del Movimiento, al mismo tiempo que se abría una suscripción institucional y popular que llegó a contar con más de un millón de pesetas para su construcción. Pero no llegó a realizarse el monumento.
Rosa Mª Castells escribió que «la modernidad escultórica en la escena pública alicantina habría podido llegar de la mano de uno de los proyectos frustrados más emocionante y enriquecedor: el Monumento al Foguerer que se encarga en primera instancia al escultor Jorge de Oteiza». Ocurrió en el verano de 1972, cuando el ayuntamiento adjudicó directamente el proyecto al artista vasco, cuya instalación debía realizarse en la plaza de España, que se hallaba en obras de remodelación. Pero a Oteiza le preocupaba el entorno donde sería colocada su obra, ya que no le gustaba cómo estaba quedando la plaza de España, cuyas palmeras recién plantadas tenían las ramas recogidas, según se lamentó al escultor alicantino Adrián Carrillo García durante una visita que realizó al taller de este. «Se quejaba de que las ramas de las palmeras pinchaban el cielo. Le dijimos que era algo temporal, que luego quedarían sueltas, pero aquella imagen le desagradó bastante», recuerda el escultor Adriano, que trabajaba en el taller de su padre. El escultor vasco planteó la unión de las plazas de España y de Santa Teresa, donde está el Panteón de Quijano, comunicándolas a través de pasos subterráneos, pero el ayuntamiento retiró la oferta a Oteiza el 30 de marzo de 1973 por considerar que su proyecto suponía un aumento considerable del presupuesto aprobado.
Adrián Carrillo García presentó en 1972 ante el consistorio municipal el proyecto de una escultura que debía instalarse en la plaza de la Montañeta, para rematar una fuente diseñada por el arquitecto municipal que se encargaba de la urbanización de la plaza, Miguel López González. Carrillo planteó una escultura con movimiento que habría sido la primera de esta característica en la ciudad (anterior a «Como una estrella», de Eusebio Sempere), pero al final su proyecto no se realizó.
Para su instalación en la misma plaza de la Montañeta, cuatro años después (22 de marzo de 1976), el ayuntamiento acordó encargar un monumento dedicado al dictador Francisco Franco (fallecido cuatro meses antes), para lo que convocó un concurso de ideas. El arquitecto Francisco Muñoz Llorens redactó un anteproyecto en enero de 1977, pero el consistorio municipal acordó en ese mismo mes dejar desierto el concurso y el monumento no llegó a construirse.
No tenemos en la actualidad en Alicante una obra del artista zamorano Baltasar Lobo porque, según el escultor alicantino Eduardo Lastres, el alcalde Lassaletta la rechazó. La había encargado la corporación presidida por Ambrosio Luciáñez Piney, en octubre de 1978, para ponerla en la plaza del Mar. Lobo hizo la escultura en Novelda, de tres metros de altura y con mármol rojo-alicante. Era un desnudo femenino, un homenaje al Mediterráneo. La escultura está en la Fundación Juan March, en Palma de Mallorca.
El 6 de octubre de 2009 presentó el escultor Vicente Ferrero en el ayuntamiento el proyecto de un monumento de homenaje a la infancia titulado «El salto de la pídola», para su colocación en la plaza de la Montañeta. Pero fue rechazado el 9 de noviembre siguiente.
