Por España, y el que quiera defenderla, honrado muera, y el que traidor la abandone, no tenga quien le perdone, ni en tierra santa cobijo, ni una cruz en sus despojos, ni las manos de un buen hijo para cerrarle los ojos». La soflama viene a cuento porque le encanta al diputado Ortega Smith, el del cuento televisado. Es la que el capitán Diego Acuña de Carvajal lanza a los Tercios para resistir en Flandes a las acometidas de los holandeses. La cita es de la obra teatral En Flandes se ha puesto el sol, de Eduardo Marquina un dramaturgo de la Generación del 98 que en su época tuvo grandes éxitos. Marquina como su generación fue testigo doliente de la decadencia de la España imperial. El abogado de Vox ha utilizado con frecuencia en su campaña -la electoral, claro, entre tercio y tinto- la cita para mandar a sus terciados tercios a la reconquista de la España imperial. Desconoce u oculta que es el mismo capitán Acuña quien, al final del segundo acto, protege enardecidamente a su amada Magdalena e impide que la detengan por haberle protegido. Es más, se interpone con las palabras «Soldados: por España y por mi dama llevadme a las prisiones o a la muerte», y mientras se entrega y entrega su espada rota, proclama: «¡España y yo somos así, señora!». España, quizá; Ortega, no. Porque el diputado en cuestión ni siquiera se atrevió a mirar a la cara a la mujer que le afeaba su cobardía, incapaz de defender a las mujeres, ni siquiera en silla de ruedas. Viste mucho brindar a los tercios de Flandes, pero seguro es mucho mejor solucionar los problemas de las mujeres maltratadas y defenderlas de la violencia machista.

«Los principales problemas que existen actualmente en España» son, de mayor a menor: el paro, los políticos, los partidos y la política; los de índole económica; la independencia de Cataluña y la corrupción y el fraude. Eso dice el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) publicado esta semana. Incluso el susodicho abogado coincidirá en la definición de que estos son los principales problemas de España, seguramente variaría el orden. De hecho, ya lo hizo en la campaña empezando por Cataluña -la situación ha influido en el 43% de los electores, en uno u otro sentido- siguiendo por los políticos y los partidos, mucho menos la corrupción. Curiosamente, los problemas de los españoles son ligeramente distintos, «los que personalmente le afectan más» son por orden: los de índole económica; el paro; la sanidad; la calidad en el empleo y las pensiones. Estos son según los españoles sus problemas coincidentes con los de España en el paro y los económicos.

La encuesta del CIS realizada la semana anterior a la votación del 10-N muestra un voto oculto a los partidos de derechas. En las siguientes preguntas «¿Podría decirme a qué partido o coalición votó en las pasadas elecciones generales de abril?», «¿A qué partido piensa votar?», incluso intención de voto más simpatía distan mucho del voto real el 10-N. El PP no pasa del 14% en la encuesta, y sin embargo le votó más del 20; Vox no pasa del 8,1% y le voto más del 15%. Lo mismo que a la derecha catalana de JxCat, de Torra, no pasa del 1,4 en ninguna de las tres preguntas y obtuvo el 2,2%. Es el voto oculto, la «derechita cobarde» que diría Smith.

Pactar con un partido ultraderechista está suponiendo, para los que han pactado con ellos, poner sordina a todos los delitos relacionados con el acoso, el abuso sexual, la violación y los crímenes machistas. En materia económica supondrá aceptar que las mujeres cobren menos por el mismo trabajo; que sean responsables exclusivas de la crianza de los hijos y de las tareas domésticas; negar la distribución paritaria de las responsabilidades. En el fondo siguen negando el derecho a la igualdad de todos los españoles, mujeres y hombres. Los problemas de España pasan por solucionar los problemas de los españoles. Los brindis al sol son deslumbrantes, incluso ciegan a los pardillos que siguen el dedo que lo señala. La proclama del capitán Acuña no debe servir para esconder un patrioterismo de chicha y nabo.

Estará muy bien enarbolar la bandera de los Tercios, pero no cuando se es incapaz de mirar a la cara a una mujer víctima de la violencia. Será porque España es de una forma y Smith de otra diferente.