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El capitán discreto

Alicante es un territorio singular. Y su capital más. Es un lugar donde la sociedad civil se ha convertido, en el más literal sentido del término, en un ente fantasmagórico: aparece cuando quiere y donde le place, sin que se sepa nunca ni cómo ni porqué. Ayer, por ejemplo, esa sociedad civil se hizo carne y llenó, como hacía tiempo que no se veía, la Concatedral de San Nicolás para despedir a Joaquín Arias, el fundador de Vectalia, fallecido el pasado domingo. Por una vez, y aunque Vectalia es la mayor concesionaria de servicios públicos que existe en Alicante, los políticos en activo pudieron contarse con los dedos de una mano, pero por lo que toca a los que, sin necesidad de cargo público, tienen algo que decir en Alicante, de esos, digo, no faltó ninguno. Joaquín Arias, don Joaquín, pudo irse con la tranquilidad de haber ganado esa última batalla.

Con la muerte de Joaquín Arias desaparece uno de los últimos capitanes de empresa que marcaron el desarrollo económico y social de Alicante en el último tercio del siglo XX y lo encaminaron en la entrada del XXI. Antes que él se fueron Emilio Vázquez Novo o Manuel Peláez, por citar a dos de los más emblemáticos. También murió Isidro Martín y se apartaron de todo, de manera muy distinta, Jesús Muñoz, Eliseo Quintanilla o José Luis Montes Tallón, todos los cuales marcaron durante años, no sólo la economía, sino también la política; y no sólo la de Alicante, sino la de toda la Comunidad, aunque esto último parezca hoy mentira. O el «gran muñidor», Vicente Sala, cuya saga ha acabado desgraciadamente siendo pasto de las páginas de Sucesos. Pero hay una diferencia que en esta hora vale la pena destacar: Joaquín Arias levantó una empresa para perdurar incluso cuando él ya no estuviera. El sector en el que fijó su residencia, el del transporte público, no era campo abonado para la especulación, sino terreno sembrado para recoger cosecha a largo plazo.

Probablemente, eso es lo que en definitiva reconocía la multitud que ayer se dio cita en San Nicolás. Ese afán de permanencia en una tierra tan voluble como ésta. De la mano de Antonio Arias, que ha llevado las riendas en los últimos años del conglomerado que creó, Vectalia se ha diversificado y está presente hoy en día en numerosos sectores, si bien todos ellos ligados de una u otra manera a los servicios. Pero el transporte sigue siendo su alfa y su omega. Y el transporte, además de un bien público aun cuando lo gestionen empresas privadas, pervive todavía, contra viento y ubers, como una de las ramas de la economía que crea empleo estable y empresas duraderas. Tan es así, que quienes conocen su evolución saben que en los últimos años Vectalia perdió algún negocio posible con tal de no perder su reputación en lo que realmente es su esencia.

Don Joaquín era, por encima de todo, un hombre discreto. Es difícil encontrar en la hemeroteca entrevistas o declaraciones suyas. Tan suave en las formas como contundente en los hechos, le gustaba pasar desapercibido y por eso su mundo ya no era de este mundo: no le apartó del timón de la nave sólo la biología, también lo hizo el hecho de que el tiempo ya corría demasiado deprisa para lo que a él le hacía sentirse cómodo. Sus sucesores heredan un edificio sólido, que ellos mismos han contribuido a engrandecer, pero también unos desafíos formidables.

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