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Matías Vallés

Opinadores contra votantes

Romanones declaró ante las Cortes que "yo, cuando digo jamás, me refiero siempre al momento presente". La aplicación de esta norma inviolable evitaría el socorrido reproche a los políticos que cambian de opinión cuando cambian las circunstancias, como sugería Keynes. En esta denuncia integrista de la herejía perpetua subyace el mayor conflicto de la España actual. Enfrenta a los ciudadanos investidos de votantes con los opinadores que, genéricamente, se han desgajado de las masas a quienes teóricamente representan. Hablamos, claro, del pacto PSOE/Podemos.

Los votantes, incluso los que participan en referéndums de independencia, han demostrado ser más dignos de confianza que los políticos, y no digamos que sus portavoces camuflados de faros de la opinión pública. El PSOE se escoró notablemente a la derecha durante la última campaña, pero por lo visto se olvidó de anunciarlo a sus votantes y sobre todo afiliados, que han votado masivamente por un pacto con Podemos que siembra el pánico entre los opinadores. Solo el huérfano Felipe González y sus familiares más íntimos votaron contra la coalición.

Lo importante para el prestigio de Sánchez no es la identidad de su socio, sino que la negociación llegue a puerto y sea longeva. Lo ha aprendido a fuerza de golpes, pero el refrendo masivo que ha recibido su apuesta no coincide con una encuesta que se hubiera ceñido a los inapelables creadores de opinión madrileños, ni siquiera a quienes presumen de progresistas desde los tiempos de la pana. Cuando se menciona el retroceso de las libertades, que incluye a políticos presos por el ejercicio de sus cargos, se suelen atribuir las culpas a los gobernantes en general o a los jueces. Se olvida el papel culpable de los periodistas de élite, acobardados frente al coraje de los humildes militantes de los partidos. Con nuestros clásicos no se hubieran atrevido.

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