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José Emilio Munera

El socio cambia la presa

Más de un año ha tardado el empresario y uno de los máximos accionistas del Hércules Juan Carlos Ramírez en salir a la palestra para abordar los males crónicos que lastran al club -en este caso al equipo- y que en los últimos días habían situado en el centro de la diana a su socio y director deportivo Javier Portillo. Prácticamente desde la traumática salida de Quique Hernández de la presidencia a mediados de octubre del año pasado, el inversor vasco mantenía un prudente silencio, muy a pesar de su tendencia a la locuacidad y el intervencionismo en tiempos de crisis como los que corren.

Júpiter tronante en el Rico Pérez, a Ramírez aún se le teme en los despachos de la entidad por su temperamento volcánico e imprevisible, que ha ido suavizando conforme se ha retirado del primer plano. En su etapa presidencial (del 5 de mayo de 2017 al 13 de febrero de 2018), tan pronto ponía firmes a los jugadores con cajas destempladas como abría una guerra dialéctica de muchos decibelios con el director del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Manuel Illueca, o abandonaba con un portazo la notaría en la que se iba a firmar la compra de las acciones del club. Su temperamento era implacable.

Convertido por derecho propio en el «poli malo» de un club en el que cunde la preocupación por la peligrosa deriva de un Hércules que coquetea con el descenso a Tercera, el empresario intervino ayer con su contundencia habitual para «poner firmes» a los jugadores y, de paso, «echar un capote» a su socio Portillo. Mal que les pese, y por mandato del empresario Enrique Ortiz, ambos están condenados a entenderse mientras dure su sociedad en Zassh Tecnológica con la que adquirieron en diciembre de 2017 el 15% de las acciones de la entidad más la deuda de 15 millones de la Fundación del Hércules con el IVF.

Y una estrategia lleva implícita la otra. Con la reprimenda al vestuario -aceptada por los propios jugadores, en palabras de Diego Benito: «No han sido palos, sino verdades»-, Ramírez cambia la presa y sitúa a los futbolistas en el punto de mira cuando el agua empezaba a llegarle al cuello a Portillo por la pésima racha de resultados y la deficiente planificación deportiva de la temporada.

No se anduvo con medias tintas el expresidente en su bronca de ayer cuando censuró con dureza la mala actitud de la plantilla el pasado domingo en casa ante el Valencia Mestalla (1-1) y exigió más liderazgo a «pesos pesados» como Yeray González o Benja Martínez. No conforme con ello, les recordó que el próximo mercado de invierno también es de salida y declaró abierto el «cásting» de los cinco próximos partidos para medir el compromiso y la entrega de los jugadores.

Y en lo tocante a Portillo, más allá de sus viejas y conocidas rencillas, se «mojó» como nunca para respaldar «ciegamente» la relación de fichajes que le presentó este verano, y que se ha convertido en talón de aquiles del director deportivo por el flojo rendimiento de la inmensa mayoría de las incorporaciones. Un capotazo en toda regla a su socio en Zashh, que vive sus horas más difíciles desde que llegó a las oficinas de la calle Romeu Zarandieta para dirigir la oficina técnica.

Es cierto que la sufrida y resignada hinchada del Rico Pérez no clamó contra el exdelantero de Aranjuez tras el esperpento del pasado domingo como lo ha hecho en ocasiones precedentes. Esta vez el reproche era más mediático, pero el coro del «¡Portillo, vete ya!» siempre es una amenaza latente, máxime cuando cambias de entrenador en la cuarta jornada y te quedas al descubierto: sin coartada, ni cortafuegos.

Con todo, y por mucho que escueza el cántico en el palco, parece poco probable que el director deportivo vaya a abandonar el cargo antes de que acabe la temporada, por mal que se pongan las cosas en las próximas semanas. Otro cantar será lo que pase al finalizar este curso, que parece abocado al fracaso y a una séptima temporada consecutiva en el abismo de la Segunda B.

No es la primera vez que Ramírez convoca a los jugadores del Hércules para «leerles la cartilla» por su flojo rendimiento y asegurar, con luz y taquígrafos, la continuidad del entonces entrenador, Luis Tevenet. Lo hizo en una rueda de prensa el 27 de febrero de 2017. Seis días después despidió al técnico sevillano. Pero esa es otra historia, ¿verdad, Javi? Aquí, el que paga, manda.

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