Ante el Mestalla el domingo se ganó un punto, no se escaparon dos, como el ariete «goleador» de los blanquiazules Jona declaró a la finalización del encuentro. El resultado podría haber sido muy bien 1-3 o 1-4, si el filial valenciano hubiera estado más acertado cara a puerta, o Falcón no hubiera sido de nuevo el mejor con diferencia de los herculanos, haciendo al menos cinco paradas de gran mérito.

Delante, la inoperancia más absoluta, en la medular ni se crea juego ni se pone intensidad para presionar al rival, y los de atrás son un auténtico manojo de nervios, con clamorosos fallos que no se convierten en goles por las milagrosas intervenciones del citado Falcón. Queda el consuelo del equipo pequeño, y eso ante un rival de parecido nivel en la clasificación, más vale un punto que otra derrota, que hubiera sido la octava y cuarta en casa.

Queda patente que la planificación deportiva ha sido un fracaso, que los que han llegado lejos de mejorar la plantilla, contribuyen a su escaso rendimiento, incluyendo el espejismo del encuentro y victoria ante los filiales culés, en los que algunos quisimos ver la mano del nuevo míster, pero que se quedó en lo de «entrenador nuevo, victoria segura». Ni Muñoz, ni nadie parece capacitado para enderezar esta nave que va directa a su sexto fracaso, que por el momento es de mayores dimensiones que los anteriores. Lo peor de todo es que se hace monótono, y estamos en noviembre, lo que dijo el entrenador al finalizar el choque: «Ha sido el peor partido desde que estoy aquí».

En las pasadas temporadas tras tropezar una y otra vez cada fin de semana, se decía aquello de «sabemos lo que tenemos que hacer», «nos queda el trabajo durante la semana», «esto lo vamos a mejorar entre todos», frases manidas que se empleaban para apaciguar a la afición por la mala racha del equipo que no conseguía afianzarse en los puestos de privilegio, y/o dejaba escapar una y otra vez la posibilidad de hacerse con el liderato de la tabla clasificatoria.

Hoy en día seguimos en las mismas pero el objetivo es diametralmente opuesto. El esfuerzo se ha de hacer para salir de los puestos de descenso, en los que el equipo lleva desde el inicio de temporada, y van 13 jornadas, un tercio de campeonato. Así están las cosas en este Hércules en su sexta temporada consecutiva en la maldita segunda B.

Esta temporada solamente nos queda la esperanza de que en la Copa, en la que nos ha tocado de entrada el Recreativo, también en malas horas, podamos superar esta primera eliminatoria a partido único en el Rico Pérez, y nos depare en la próxima a un Real Madrid, Atlético o Barcelona. Al menos un regalo por Reyes.