En estos días está convocada en Madrid la Cumbre Climática que se viene desarrollando desde hace 25 años. Se estima que participarán unas 20.000 personas de 200 países y cientos de voluntarios. Una ausencia muy significativa: recientemente Estados Unidos denunció el Acuerdo de París de hace cuatro años; no obstante, diversas organizaciones norteamericanas estarán presentes y disponen de un pabellón. Donald Trump, Jair Bolsonaro, son negacionistas. Desprecian la opinión de miles de científicos. Se podrá discutir cuál es la estrategia más adecuada ante esta posible catástrofe, pero negarla es un crimen contra la humanidad, se trata nada menos de la supervivencia del género humano. Si no dejamos de contaminar nos estaremos suicidando. La peste negra que asoló a Europa o la epidemia de la gripe de 1918 que provocó la muerte de millones de personas pierden importancia históricamente.

Es urgente dejar de utilizar el petróleo, el carbón, pero con «la Iglesia hemos topado». Afectaría intereses económicos, y no solo económicos, que manejan la economía mundial. Es un honor para Madrid que la ONU decidiera trasladar la Cumbre a España y que se pueda organizar en tan poco tiempo. Este traslado de último momento se debe a la situación en Chile, en donde gran parte de la población se ha sublevado de tantos «recortes» y están hartos de vivir con la constitución redactada por el dictador Pinochet. El Gobierno sacó al ejército a las calles, pero la brutal represión no impidió que la gente siguiera manifestándose.

Cada vez hay una mayor conciencia, y responsabilidad, ante este desafío. Muchas vecinas y vecinos van a comprar con una bolsa que se puede volver a utilizar, pero al mismo tiempo casi todos los productos que se llevan a casa están acompañados por plásticos, el enemigo en casa. Es interesante percibir que grandes multinacionales hablan en los anuncios de esta situación. Están descubriendo que hay mercado, que prestigia. Es una buena señal. Sí, reciclar, no contaminar, les resulta un buen negocio... Esto significa que ya hay una opinión pública en defensa del medio ambiente.

Se está descubriendo en qué mundo vivimos. Se descubre que las vacas también contaminan. Sus pedos transportan gas metano. Y hay una polémica: desde los que dicen que sus pedos contaminan más que los coches a los que dicen que no es para tanto. En Bruselas se está pensando en penalizarlas con un impuesto especial. En Argentina, Uruguay, puede haber preocupación, el asadito en peligro, aunque por el momento lo que más preocupa es un precio. En Argentina debido a los planes del FMI que lleva adelante Macri, afortunadamente hasta el 10 de diciembre, que se produce un cambio de gobierno, el asado es un lujo que mucha gente no se puede permitir.

De esta Cumbre tienen que salir resoluciones que activen el Acuerdo de París. Se va con mucho retraso.