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El ejemplo de la muestra

Del 8 al 16 de este mes, el público ha tenido ocasión de asistir a la XXVII Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos para ver las escrituras teatrales de ahora. Especialmente la autoría de la Comunidad Valenciana, porque casi la mitad de los montajes ha sido de esta tierra. No puede estar todo lo que se produce, pero se echa de menos la presencia de otros espectáculos, algunos de los cuales también tienen cabida en este ciclo con dirección del veterano Guillermo Heras. El trayecto es amplio pese a la dificultad, gracias a los apoyos institucionales y las entidades colaboradoras.

Esta clase de teatro, que la mayoría desconoce, ha ido ganando y consolidándose con el paso del tiempo, tanto en España como en otros países mediante traducciones. Escenarios y espacios de Alicante acogieron 22 obras de distinto signo, género y con diferentes tendencias. Mucho en pocos días. Propuestas con mayor o menor interés, acierto y número de espectadores. Pero teniendo en consideración la importancia de un evento destinado a todos. Así, autoras, autores y compañías han recalado un año más por aquí como lugar de encuentro, representación, reflexión y actividades paralelas.

Hemos visto el problema de la inmigración, anhelos y frustraciones, prejuicios y hermanamientos, reconciliaciones, encrucijadas particulares, la necesidad de reinventarse y de romper muros, la soledad compartida, el valor ecológico, la lacra de la violencia de género, la memoria del siglo XX, la libertad y la poesía, el intenso amor, un mundo de catástrofes, recuerdos de supervivencia, el dolor y el aislamiento o alguna íntima y liberadora confesión. El autor homenajeado, Chema Cardeña, creador de la compañía valenciana Arden Producciones, presentó Susan y el diablo, drama sobre el crimen, la justicia, la venganza o la redención con la actriz María José Goyanes.

Si hace 27 años se comentaba que no había nuevos autores, hoy existen muchos, aunque eso no quiere decir que sea oro todo lo que reluce y que no haya dificultades a la hora de difundir textos, que se suelen estrenar en teatros alternativos (o en otras salas) y porque, sobre todo, el autor y la autora están vinculados a algún grupo o forman parte directa de la producción. Allanar caminos, publicar, lecturas dramatizadas y representar es lo que necesita la dramaturgia española viva para latir y agitar conciencias.

La cultura es un derecho reconocido, vehículo de formación y desarrollo personal. Eso sí, las políticas culturales no asoman la patita en los discursos o la enseñan muy poco. La industria cultural tiene sus espinas, y no se olvide que la cultura y el turismo relacionado con ella contribuyen al avance social y económico y generan empleo.

Es preciso un pacto de Estado por la cultura. Completar el desarrollo del Estatuto del Artista, mejorar las condiciones de los profesionales e impulsar la Ley de Mecenazgo. No es cuestión solo de exenciones fiscales y bonificaciones para las empresas que la apoyen, sino que hace falta dinamización cultural en todas las localidades. El sector privado está, pero la cultura y las artes escénicas exigen siempre inversiones públicas y no funcionar con simples criterios mercantiles.La Muestra de Teatro es un ejemplo.

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