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La mirada femenina

«Estàvem cansats de viure bé», de Albert Soler

Me cuesta ver cosas buenas en el proceso secesionista vivido en Cataluña durante estos años pero es verdad que si hay algo positivo es haber conocido a muchos catalanes con sentido crítico, tolerancia y generosidad ante los que me quito el sombrero por su valentía a la hora de decir lo que pensaban aún a costa de ser tildados de botiflers (traidores). Uno de ellos es Albert Soler, columnista del Diario de Girona.

Si Soler ha destacado por algo es por haber sido la mosca cojonera del independentismo tirando por tierra todas sus tesis y desmontando y cuestionando con humor todos sus movimientos.

Una de sus más reconocidas columnas es la que publica los viernes. Hoy, tras el éxito de la presentación de su segundo libro, Estàvem cansats de viure bé, no ha fallado a sus seguidores dedicando su columna a las madres que visten a sus hijos para ir a la revolución. Con mucho humor, casi podría ser un gag cómico del Polònia, Soler se pone en la piel de estas madres que piden a sus hijos que se limpien las manos antes de cenar y se quejan de cómo traen las manos de sucias después de haber lanzado adoquines y quemado «containers».

Su columna ofende a quienes se toman demasiado en serio las cosas. Pero los que no comulgamos con ningún credo, nos morimos de risa. Y lo bien que sienta empezar el día emitiendo carcajadas liberadoras de la tensión que se nos acumula a muchos de los que llevamos años siendo impotentes testigos de las barbaridades del inacabable proceso.

Después de, sin ir más lejos, haber pasado horas siguiendo los actos vandálicos de los CDR que al cortar las carreteras y calles de las ciudades causan lo que ellos denominan daños colaterales y te entran ganas de darles unos cuantos sartenazos, entonces lees a Soler, te ríes y te quedas como nueva.

Durante estos años muchos españoles que nos sentíamos catalanes de adopción integrados hasta las trancas en la cultura catalana sufrimos un fuerte revés al ver que una parte del pueblo se proponía dar la espalda completa al Estado español. Y lo peor de todo fue que con el tiempo se confirmó que estaban dispuestos a cualquier cosa por ello.

La voz valiente de Soler agrupó a diferentes sensibilidades todas ellas escépticas al proceso pero que tenían algo en común; luchar contra la imposición del pensamiento único que se promueve desde la televisión pública y las instituciones catalanas.

Oprimidos millonarios y jóvenes borregos

Lo que se ordena desde arriba ha sido y es un juego goloso del que muchos se enriquecen. No olvidemos que los políticos catalanes son los mejor remunerados de todo el Estado. Soler es máster en ridiculizar a los políticos que se tildan de oprimidos y viven en mansiones de lujo. Concretamente dos de sus personajes favoritos son Vivales, Puigdemont, y Presindentorra.

Prometieron y prometen la Arcadia feliz movilizando a los más jóvenes, convirtiendo cada evento en un festival de música «Indepe». Así van ganando adeptos que no cuestionan nada, ni siquiera conocen remotamente la historia de Catalunya. Se suman como borregos a organizaciones tales como Tsunami democrático o CDR. Sin cuestionar las consecuencias de las acciones que les proponen hacer, simplemente cumplen órdenes obedientemente. Si acaban en la cárcel no importa porque forma parte de la revolución. Hay cierto masoquismo dentro de todo esto.

Independencia o barbarie

Ahora estamos en el momento de cuánto peor mejor. Independencia o barbarie. Y la gente lo asume como con alegría y sigue apostando y creyendo ciegamente que después de lanzar el último adoquín, o de cortar la última carretera, a lo lejos aparecerá esa democracia sui géneris, la República Catalana soñada.

Mientras, vamos perdiendo derechos y libertades en lo que es un pulso baldío contra el Estado.

Cuando escuchamos los primeros «iros a vuestra tierra» es cuando muchos decidimos quedarnos. Y si te quedas y quieres llevarlo bien leer a Albert Soler se convierte en un must para no perder el juicio y superar pequeños disgustos como que te consideren facha sólo por reconocer que eres constitucionalista.

El fascismo o la intolerancia es la peor versión posible y radica en el interior de cualquier ser humano, independentista o no independentista. Podemos llegar a ser un estado fascista si eso es lo que nos proponemos ser. Y parece que ese sea el objetivo. Despertar al monstruo fascista para tener el escenario apropiado para justificar la tan anhelada independencia. Pero no lo conseguirán porque lo están forzando y espero que el Gobierno Español actúe con inteligencia.

Un cáncer que no nos matará

La tesis que Soler sustenta en su libro es que no había motivo alguno para romper la baraja porque los catalanes vivían de maravilla y tenían toda la libertad del mundo. También, entre otras cosas, considera que Puigdemont ha perdido el juicio. Y que la gente necesitaba seguir a un líder loco para darle algo de sentido histórico a su existencia.

Soler compara lo que se vive en Cataluña con un cáncer que no nos matará pero con el que habrá que convivir y augura que probablemente no nos curaremos nunca. Simplemente la enfermedad se acabará cronificando.

Mañana martes 19 de noviembre Albert Soler continuará la gira de presentación de su libro, un compendio de sus mejores artículos que lleva por título: Estábamos cansados de vivir bien, editado por Luis Campos Vidal. Barcelona, a las 19h, en El Mama Events; passatge de Pere Calders, 2. (Entradas en www.eventbrite.com)

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