Cuando, en el mes de julio, en el Orgullo de Alicante convocamos a la sociedad a una participación masiva en una de las manifestaciones más emblemáticas de la ciudad en contra de los pactos de las derechas con la xenofobia y el machismo, hubo quien nos tachó y señaló. Ahora, unas elecciones generales después y ya con el voto rogado, pese a la insistencia del Partido Popular para impedir que quienes residen en el extranjero puedan ejercer su legítimo y democrático derecho a elegir gobernantes, hemos visto como las urnas han sentenciado que quienes blanquean y normalizan a la extrema derecha de nuestro país tienen reservado un espacio residual en el parlamento. Voto a voto se va ganando la credibilidad de las personas; y voto a voto les hemos dicho a los de Rivera que ya no nos creemos su discurso.

A Ciudadanos, ese partido que con una mano pacta con Vox y con la otra quiere hondear la bandera del arcoíris, las urnas les han dado una lección. Les hemos dicho que no nos creemos sus falsas promesas relacionadas con la diversidad si a la vez se negocian y se pactan gobiernos sostenidos por una derecha que nos denomina personas enfermas, que nos quiere en la oscuridad del armario o que amenaza con anular las pocas leyes autonómicas LGTB que existen.

Señaladas y marcadas por el auge de un discurso ultra que nos acosa día a día, y ahora con mucha más fuerza en el Congreso, las personas LGTB debemos aunar nuestras fuerzas y entregarnos a la defensa de nuestra libertad. Sé que el miedo a ser víctima de una agresión a veces nos paraliza. Pero este es el momento de ser valientes e izar con muchísimo más orgullo la bandera del arcoíris que tantos sacrificios personales y colectivos han costado a todas aquellas y aquellos activistas que nos precedieron en la defensa no solo de nuestro colectivo, sino de los Derechos Humanos.

Mari Carmen Sánchez, nuestra vicealcaldesa con competencias en materia LGTBI, ha dicho en multitud de ocasiones que no debemos politizar al movimiento pero ¿acaso no somos un movimiento político? Nuestra causa ha sido una reivindicación histórica que se ha aupado en las corrientes políticas por los derechos humanos para conseguir la libertad. No todo vale. Y la prueba es que quienes pactan con la extrema derecha lo pagan, en las urnas, muy caro.