La traducción de la película de Sydney Pollack que evoca el título de este artículo y que la mayoría de la juventud española desconocerá, aborda la tragedia social de la Gran Depresión en la que los protagonistas son utilizados para soez entretenimiento del pueblo con un macabro baile infinito en el que llegan a morir. La trama aborda cómo las personas se someten a un dantesco espectáculo para, simplemente, sobrevivir al hambre y desesperación que desencadenó en el mundo el crack de 1929. Eran, igual que hoy, personas empobrecidas hasta el límite por una crisis especulativa-financiera que ni provocaron ni controlaron. Eran víctimas.

La película es una especie de revisión del concepto de «circo romano» (al pueblo pan y circo) que perdura hoy con fuerza en los canales de televisión basura que se hace y emite, para atontamiento de la mayoría, con la vida y miserias de unos pocos y pocas encerradas en una casa por meses o desde platós exhibiendo impúdicamente amores y desamores.

Aquella situación no dista de la actual. De hecho, fue la exclusión y pobreza derivadas de aquella crisis la que aceleró y potenció en Europa los movimientos fascistas que empezaron a germinar en Alemania tras la primera guerra mundial y parecieron concluir con el fin de la segunda, salvo en España con un franquismo que ha llegado hasta nuestros días.

Visto lo visto en el «debate» televisado, además de la sensación de seis meses perdidos, han quedado claras algunas cosas que aquí quiero exponer: alertamos que parte de la sociedad española sigue comulgando con las mismas ruedas de molino, ahora repartidas por Vox con éxito, a propósito del feminismo (que es igualdad, pero llaman «hembrismo»), de las migraciones humanas (en este país de emigrantes que fue y sigue siendo España. Pregunten a nuestra juventud), de su propuesta anticonstitucional y golpista de eliminar las autonomías que reconoció nuestra Constitución para, precisamente, reconstruir la convivencia arrasada, como el país, por una larguísima dictadura que la redujo a escombros.

Y lo peor: algunos siguen reivindicando en España aquella dictadura como salvadora de una esencia patria y unión que, realmente, jamás lo fue a pesar de la distorsionada historia que aún se cuenta sobre Pelayo y la reconquista, los Reyes Católicos, los Austrias, los Borbones, el golpe del 36 o la transición del 78.

Así que, el próximo 10 de noviembre, haremos bien en votar por nuestros intereses y los de la mayoría que, lógicamente, son los contrapuestos a los de la élite social, la banca y las patronales que hacen caja de la explotación del trabajo de las personas.

Información y datos al alcance de cualquiera, fanáticos incluidos, proveniente de instituciones nada sospechosas (OCDE, INE, Eurostat):

-España es el país que peor ha gestionado la crisis económica. Es donde más ha aumentado la brecha y desigualdad salarial y social, el precariado y la exclusión y la pobreza infantil y laboral. También donde más ha aumentado el número de ricos.

-Si lo anterior no es suficiente para desmontar la falsedad del «milagro económico del PP», recuerden que Rato está en la cárcel junto a decenas de sus compañeras y compañeros de partido. La gestión popular se saldó con 350.000 millones de déficit público, con 60.000 millones regalados a la banca, con 70.000 millones esfumados de una hucha de las pensiones y con todos sus servicios públicos recortados.

-La presión fiscal y los costes laborales de España, igual que los salarios, están a la cola de Europa.

-España mantiene una carga contributiva sobre los beneficios empresariales muy por debajo de la media europea, y ni se acerca a los porcentajes de tributación por IRPF e IVA que sí soportamos la mayoría.

-España está a la cabeza en fraude, evasión fiscal y economía sumergida que, sí o sí, se traduce en explotación laboral y en debilidad para el sistema público de pensiones.

-En España aún se hacen a la semana 3 millones de horas extras que ni se pagan ni se cotizan.

-En España ya hay más de 3 millones de trabajadoras pobres (la pobreza es femenina de forma escandalosa) y siguen hundidas las expectativas de emancipación, vivienda, maternidad-paternidad de nuestra juventud.

Lo anterior, como la sostenibilidad, es política, así que, además de para buscar soluciones que necesitamos para resolver la confrontación territorial que se alimenta desde un lado y otro de fronteras imaginadas, el 10 de noviembre votemos. Votemos por nuestro interés y el de nuestras familias. Por ejemplo, votemos para derogar la reforma laboral del PP que, además del movimiento de las Kellys, el empobrecimiento y pérdida de derechos, la subcontratación y la proliferación de falsos autónomos con la economía digital, etcétera, nos ha llevado a todas al siglo XIX desde el momento en que, cualquier persona pueda ser despedida de su trabajo por enfermar si falta 9 días en 2 meses.

Jamás te lo perdonaré, Mariano, ¡jamás!, porque, como en la película evocada en el título del artículo, has hecho que en España las personas puedan, literalmente, dejarse la salud y la vida en el trabajo por su miedo fundado a perderlo. Yo votaré contra eso, ¿qué harás tu?