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Matías Vallés

Cameron Douglas, mi papel en su éxito literario

"Toda la isla es de mi padre", anunciaba el hijo de Michael Douglas a los periodistas

Cameron Douglas ha escrito un libro, pero mantengan la calma porque no están ustedes obligados a leerlo. El hijo de Michael Douglas y de Diandra Luker narra su viaje por el infierno de la droga en El largo camino a casa, pero aquí nos interesa que este peregrinaje comienza en Mallorca. Es decir, en la mansión de s'Estaca. El autor recuerda que se encontraba en la isla con su padre y su segunda esposa Catherine Zeta-Jones en 2004, cuando se enteró de que su tío Eric Douglas había muerto de sobredosis. Aquella noticia era el reflejo de su propio calvario.

Aunque fue Michael Douglas quien orientó a su hijo hacia la escritura de sus dolorosas memorias, el nacimiento de un nuevo autor me obliga a reseñar aquí mi papel en su éxito literario. En mis tiempos de paparazzi, sin duda la parte más divertida y útil de esta profesión, me tocó hacer guardia en el exterior de s'Estaca, por si el clan de Hollywood efectuaba una salida de sus lares. Me acompañaba Pedro Prieto, una garantía de que la guardia transcurriría con humor aunque no por ello dejábamos de vigilarnos mutuamente.

Si la memoria no me traiciona, Jack Nicholson era aquella tarde el huésped de s'Estaca, y no voy a detenerme en la sobrecogedora experiencia operática de escuchar los vozarrones del protagonista y el productor de Alguien voló sobre el nido del cuco rebotando metálicos contra es Teix. La guardia transcurría sin incidentes hasta que vimos salir una motocicleta de la finca, pilotado por un mozalbete. Se dirigió hacia nosotros sin temor ni miramientos. En cuanto llegó a nuestra altura Cameron Douglas, porque se trataba del hoy eximio literato, nos soltó un conminatorio:

—No podéis estar aquí, tenéis que largaros de la propiedad de mi padre.

Me cargué de bonhomía y de paciencia para recordarle una evidencia:

—Estamos fuera de la propiedad de tu padre.

Y entonces pronunció la frase imperial que presagiaba su carrera de adicciones, prisiones y literatura:

—Toda la isla es de mi padre.

Y quién podría llevarle la contraria, al ya drogadicto desde los trece años según cuenta en su libro. Cameron Douglas nunca sabrá la suerte que corrió al departir conmigo en lugar de enfrentarse dialécticamente a Pedro Prieto, al que he visto demoler a Marta Sánchez o a Rafael de Paula con una sola invectiva. Esta escena de prepotencia veraniega le hubiera bastado a cualquier tutor para advertir que el adolescente susodicho tenía un problema, pero en Hollywood anteponen otras preocupaciones. Sobre todo, quiero pensar que este pugilismo verbal fue decisivo en la formación de un futuro escritor, quién sabe si ganador del Planeta.

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