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Joaquín Rábago

El conservador Robert Kagan desconfía de Europa como potencia militar

El historiador estadounidense Robert Kagan, una de las figuras más destacadas del pensamiento neoconservador de aquel país, hizo un día fortuna con su frase según la cual los norteamericanos son de Marte y los Europeos, de Venus.

El autor de "Poder y debilidad: Europa y Estados Unidos en el nuevo orden mundial" sentó entonces la tesis de que había que dejar de fingir que unos y otros compartían la misma visión del mundo o incluso que vivían en el mismo mundo.

En los asuntos mundiales, EEUU estaba siempre de parte de Marte, el dios de la guerra, mientras que los europeos seguían soñando con Venus y pensaban que todo podía arreglarse de modo pacífico, por vías exclusivamente diplomáticas.

Consecuentemente con su forma de pensar, Kagan, que asesoró, entre otros, a los candidatos republicanos a la Casa Blanca John McCain y Mitt Romney, fue un entusiasta de la invasión ilegal de Irak, origen, como se ha comprobado desde entonces, del actual caos de Oriente Medio.

En una reciente entrevista con el semanario Der Spiegel, Kagan ha vuelto a preguntarse si los europeos están realmente dispuestos a pagar "el precio moral" que conllevaría convertirse en una "potencia intervencionista" como es actualmente su país..

"Eso significa matar gente y soportar al mismo tiempo la muerte de civiles inocentes porque en todas las guerras se cometen errores", afirma Kagan, quien se muestra escéptico, sobre todo por lo que respecta a los alemanes, que "tras la Segunda Guerra Mundial se han convertido en un pueblo civil, amante de la paz".

EEUU desconfió desde el primer momento de los alemanes, a los que no ha dejado de decir durante décadas: "No queremos que seáis una nación normal. Ocuparos de que prospere vuestra economía. No queremos que dediquéis a armamento un 5 por ciento de vuestro PIB".

"Exigirles ahora a los alemanes que se rearmen es una apuesta arriesgada, sostiene Kagan, según el cual "la influencia de EEUU fue determinante para la creación de una Europa pacífica. EEUU impuso un régimen comercial que resultó clave para el éxito económico del continente".

"Ese régimen está ahora en grave peligro, lo mismo que la democracia como fundamento del orden político europeo. Nos hemos acostumbrado a la idea de que la democracia era parte integrante de la cultura, pero ahora vemos que se trataba de una ilusión".

Desde el final de la Guerra Fría, la opinión pública estadounidense se pregunta, dice Kagan, qué utilidad tiene su compromiso de su país en defensa de la democracia europea, por qué se necesitan sus tropas en Europa, por qué los europeos no pueden ocuparse de sí mismos.

En ningún momento se le ocurre, por cierto, a Kagan mencionar las ventajas de todo tipo -militares, económicas, comerciales y culturales- que ha obtenido al mismo tiempo EEUU de su presencia hegemónica en el Viejo Continente.

"Hasta el final de la SGM, el problema de Alemania es que era demasiado grande para Europa. Un elemento central del orden de paz europeo después de la guerra fue la garantía de seguridad que ofreció EEUU a los vecinos de Alemania", afirma.

"Esa garantía permitió que el enorme éxito comercial de Alemania no asustase a sus vecinos. Pero con la reunificación, Alemania se convirtió una vez más en el país más poblado de toda Europa y tiene al mismo tiempo el potencial para convertirse en su mayor poder militar".

Kagan defiende la continuada presencia de tropas estadounidenses en Europa porque si se retiran, advierte, puede ocurrir lo siguiente: "Los países vecinos abandonarán la OTAN, posiblemente también la Unión europea, y tratarán de romper la hegemonía económica alemana".

Y no pasará mucho tiempo, añade, antes de que los propios alemanes se irriten por lo que suceda a su alrededor y se pregunten con razón por qué no van a ocuparse ellos también de sí mismos como hacen todos sus vecinos".

La interesada conclusión de Kagan es que hay que ser un "optimista sin remedio" para creer que pueden continuar la paz y la estabilidad en Europa sin la presencia de EEUU.

¡Toca ahora a los propios europeos demostrarle que a pesar del Brexit y de otros fenómenos preocupantes como el auge de la extrema derecha, los EEUU de Donald Trump no pueden servirnos en ningún caso de modelo!

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