¡Se puso de moda, aunque, si soy sincero, no sé ni cómo se llama! El muchacho tuvo su minuto de gloria después de cuestionar tanto autos del Tribunal Supremo como acuerdos del Consejo de Ministros. ¡Con un par de cojones! El chico suscitó división de opiniones, como si se tratase de una faena de Curro Romero en La Maestranza de Sevilla, aunque don Curro, cuando aparecía en el coso sevillano, partía con ventaja, porque era muy querido por una parroquia entregada y enfervorecida -casi rayando el orgasmo/éxtasis en cada uno de los pases que propinaba al morlaco- y que, por poco que hiciera el «Faraón de Camas», le premiaba con su consideración, como si se tratase de un líder político, aunque éstos -los líderes políticos- cada vez tienen menos predicamento. Lo cierto es que unos se acordaron del padre del prior, y otros de su madre, claro. ¡El caso era no caer en la indiferencia, como Cristiano Ronaldo, Messi, Sergio Ramos o Piqué, a quienes o se les quiere o se les odia! ¡Los mediocres no pasan a la posteridad! Vaya por delante que no voy a hablar de mi «cuñao» Antonio, a quien la familia, cariñosamente, llama «el prior». Tampoco quiero hacerlo -no comulgo con su forma de pensar y actuar- del benedictino que custodia el Valle de los Caídos y que se oponía a la exhumación de los restos del general Franco. ¡No, no quiero hablar ni de la exhumación, ni del prior, ni de la madre que lo parió, aunque demostró tener un par de huevos y ser fiel a sus principios, que ha defendido hasta las últimas consecuencias, haciendo, incluso, que el Vaticano se pronunciase sobre el asunto! Vamos, que el muchacho no hizo bueno lo que decía Groucho Marx: «Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros». ¡Y más feliz que una perdiz! Sea como fuere, el monje prefirió «morir de pie que vivir de rodillas», frase atribuida a Ernesto «Che» Guevara, aunque también a Dolores Ibárruri, «Pasionaria» y a Emiliano Zapata, aunque no hay constancia de que ninguno de los tres la pronunciase.En nuestra comarca hay -creo- varios priores. Uno, bajo mi más que cuestionable punto de vista, es el alcalde de Benejúzar, Miguel López, quien, por otra parte, es un buen tío. El bueno de Miguel, en los actos que organizó para conmemorar el 9 de Octubre, adelantó la idea de mancomunar servicios por parte de los diferentes pueblos de la Vega, cosa que suena muy bien pero que es poco menos que imposible, dada la idiosincrasia y el color de los diferentes consistorios. ¡En la Vega, por mucho que se diga, no hay conciencia comarcal!. Miguel abogó por la creación de una bandera que sea «referencia simbólica» de la Vega Baja. A ver -lo apunto sin ánimo de nada-, ¿la bandera tendría de la oriolana Cruz de la Muela, encima de la una montaña de sal torrevejense, con dos «alcasiles» a los lados y una especie de serpiente asemejando el río Segura, sobre fondo verde? La idea puede ser buena, pero me da que no cuajaría. ¡Miguel, es lo que creo, pero vamos que puede verse el asunto! ¿Otro prior comarcal? Cómodo, que ha dado cuartelillo, a cuenta del erario público -o sea, 29.000 euros/año que pagaremos nosotros- al ex alcalde de Redován, Emilio Fernández, tocayo suyo, aunque a él -al emperador- le da lo mismo dimes que diretes. ¿Habrá pensado que fichando al ex alcalde, que es abogado, tiene asegurada su defensa en el contencioso por cobrar sin trabajar? Luego dice el burgomaestre que me meto con él, pero, ¡coño!, me las pone a huevo, aunque reconozco que tiene derecho a nombrar a sus asesores. Pero, ¡cuidadín!, no vaya a pasar lo mismo que en Móstoles, donde su alcaldesa, Noelia Posse, ha sido suspendida de militancia por el PSOE por un presunto caso de nepotismo, tras colocar a familiares en puestos de confianza, circunstancia que también sucede en la Esquina del Pavo.