La corte de Faraón
Teatro Principal de Alicante
Música: Vicente Lleó
Compañía Lírica Alicantina
Conmemorar el 50 aniversario tiene un mérito enorme. El Principal de Alicante dio a luz la II Residencia Lírica Maestro Chapí para seguir apoyando a este género español que el público de aquí valora mucho. Una de las razones es por la tarea de la Compañía Lírica Alicantina, que ha gestado La corte de Faraón (1910), opereta bíblica con partitura del valenciano Vicente Lleó y libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, que después amplió Manuel Paso Andrés. Una popular obra con ingredientes zarzueleros, de revista y cuplé, prohibida durante el franquismo por su picaresca, sin perder la posición moralista. Los clichés y los enredos de vodevil se sitúan en Egipto. Pero lo que ayer fueron subidas de tono, ahora se convierten en ingenuidad. La música conserva su vigor y la gracia de la canción babilónica, que asume Virginia Zambrana con la sensualidad del «¡ay, ba!», entre otros temas. Se sienta en las rodillas de un señor y surgen las insinuaciones. La herida del heroico general Putifar le deja inútil cierta parte y no puede cumplir el día de su boda. El hombre es dueño de la mujer, cosa que hoy es indigerible, y al casto joven le persiguen la esposa del general y la reina, cuyo marido tampoco cumple en la cama. Una versión de 1999 colocó el énfasis visual en grandes órganos genitales, masculinos y femeninos. Otro montaje se ha visto en el Festival de Mérida, en un terreno algo más actual para atraer a nuevo público, aunque todas las opciones son válidas si hay calidad. La escenografía de Morán Berruti tiene unos trazos de cómic que acogen la historieta con Mari Carmen Yelo, Juana María de Toro, Javier Rubio, Adrián Quiñones, Nacho Hernández o Tomás Sogorb. Destacan la potente voz de Rubio, barítono, y Quiñones, tenor cómico, sobre todo por su casto papel en medio del lío. Aricón es Sogorb con toque gay. Es el director de escena y un eficaz actor. El Coro del Principal, que dirige Luis Seguí; los pasos de ballet y de danza española con el garrotín, según la coreografía de Marchu Lorente; el trío de viudas y la Orquesta Sinfónica del Vinalopó, con batuta de José Antonio Pérez, alientan el éxito que la amplia afición otorga al nutrido y colorista elenco.
