Agatángelo Soler Llorca nació el 1 de julio de 1918 en Alicante (Argensola 3), en el seno de una familia de profundas creencias religiosas. Hijo de Agatángelo Soler López y de María Trinidad Llorca. Tuvo cuatro hermanos menores.

Su bisabuelo José Soler González abrió en 1836 una farmacia en plaza San Cristóbal 12, que heredó su abuelo, José Soler Sánchez, que, además de farmacéutico, fue catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza y primer director del Laboratorio Químico Municipal. Al fallecer este en 1908, el establecimiento pasó a pertenecer a su viuda, Matilde López, si bien la regencia estuvo a cargo de su hijo Agatángelo. En junio de 1922, Matilde cedió los derechos de la botica a su hijo.

Agatángelo Soler Llorca estudió en los Maristas. Con apenas 15 años ingresó en la Federación de Estudiantes Católicos de Alicante y, poco después, se afilió a la Falange.

En 1936, al comienzo de la Guerra Civil, fue detenido, encarcelado y acusado de rebelión. Procesado al año siguiente en un Consejo de Guerra junto con otros 52 falangistas, fue absuelto. Pero volvió a ser arrestado y procesado, acusado de alta traición. Fue defendido por el abogado y político republicano José Guardiola Ortiz. Estuvo a punto de ser fusilado en 1938 como represalia por el bombardeo de la aviación italiana contra el Mercado Central. Así lo recordaba unos años más tarde, siendo alcalde y hallándose en el salón de plenos del Ayuntamiento, donde fue juzgado: «(?) aquí estuve yo esposado, pelado al cero y vestido de harapos, ante el Tribunal Popular, que estaba aquí (?)». Pero no fue ejecutado y fue enviado al frente como sanitario del ejército republicano, pasándose en cuanto pudo a la zona de los sublevados.

Al acabar la guerra, fue nombrado secretario político de la Jefatura provincial del Movimiento de Alicante. Gracias a su cargo, logró salvar la vida del que había sido su abogado, José Guardiola Ortiz, represaliado franquista, con quien trabó una amistad que duró el resto de sus vidas, pero no pudo hacer lo mismo por el profesor y diputado republicano Eliseo Gómez Serrano, que fue fusilado en 1939.

En 1941 se presentó voluntario a la División Azul, yendo al frente ruso durante dieciocho meses.

De vuelta a España, en 1943 se licenció en Farmacia y se diplomó en Toxicología en Madrid. Empezó a trabajar en la farmacia familiar de la plaza San Cristóbal, pero pronto abrió la suya propia en Mayor 35 y fue nombrado inspector provincial de Farmacia de la Jefatura provincial de Sanidad y jefe de sección de la de Química y Bromatología del Instituto provincial de Sanidad.

Contrajo matrimonio en 1948 con Edna María Díaz, con quien tuvo siete hijos. En 1949 fue nombrado subjefe provincial del Movimiento y concejal en representación de las Corporaciones; y en 1952, procurador en Cortes.

Alcalde

Fue alcalde de Alicante entre el 19 de octubre de 1954 y el 30 de septiembre de 1963. Durante su mandato siguió ejerciendo como farmacéutico y analista clínico en el ambulatorio de la calle Gerona. Desde la alcaldía propuso y llevó a cabo numerosos proyectos que mejoraron la ciudad y ayudaron a modernizarla, tal como vimos la semana pasada, pero al mismo tiempo fue fiel a sus convicciones ideológicas y religiosas, no en balde fue un alcalde franquista, en una época donde no había libertades y en las que imperaba una ideología tan carpetovetónica que un edil alicantino, Pedro Herrero Rubio, llegó a lamentarse en mayo de 1957 de que se permitiera que el nuevo hotel abierto en la Rambla se denominara Carlton, «y no con un nombre alicantino».

Falangista

Como falangista, el alcalde Agatángelo se declaró, en un pleno municipal celebrado en 1955, enemigo de los discursos porque no servían para nada, ya que todo cuanto había que hacer había sido ya dicho en el «discurso fundacional de la Falange».

En noviembre de 1956, con motivo del vigésimo aniversario de la muerte del fundador de la Falange, propuso «la erección con carácter nacional en esta ciudad, de un monumento dedicado a José Antonio»; el gobernador Evaristo Martín Freire respaldó la propuesta y la elevó a los ministros de Gobernación y del Movimiento, pero no llegó a llevarse a la práctica. Y el 1 de marzo de 1960, durante la conmemoración del segundo centenario de la inauguración del edificio actual del ayuntamiento, dedicó un sentido recuerdo al fundador de la Falange, cuyo nombre, en su opinión, siempre iría unido al de Alicante.

En enero de 1957 propuso y consiguió que el pleno municipal aprobara la cesión de un solar situado en la plaza del Caudillo, ángulo a la calle Colón, de 543,35 m² y que valía más de dos millones de pesetas, al jefe provincial del Movimiento para la edificación de la Casa de la Falange.

Católico

En 1959, siete años después de que el alcalde benidormense Pedro Zaragoza (falangista camisa vieja), tolerase el uso de biquinis en las playas de su localidad, Agatángelo publicó en Alicante un bando en el que recordaba que el gobernador civil había PROHIBIDO RIGUROSAMENTE (así, en mayúsculas) «el uso de prendas de baño que resulten indecorosas, como las llamadas de dos piezas para las mujeres y slips para los hombres. Aquellas deberán llevar cubiertos el pecho y la espalda y usar faldillas, y éstos, pantalones de deporte».

En mayo de 1960 entregó un donativo municipal de cien mil pesetas al obispo Pablo Barrachina para la construcción de la parroquia de San Blas, y en el presupuesto de 1961 incluyó otro donativo de cien mil pesetas para las obras de la colegiata de San Nicolás.

Afable

La imagen que al parecer proyectaba Agatángelo era la de un hombre bajito, vestido casi siempre con pajarita, y afable. Como hemos dicho, durante casi toda su vida mantuvo una estrecha amistad con el abogado republicano José Guardiola Ortiz, de quien editó y prologó el libro «Gastronomía Alicantina. Conduchos de Navidad».

No solo mantuvo a Francisco Figueras Pacheco como cronista oficial de Alicante, pese a su ideología republicana, sino que además le concedió en 1957 la medalla de la ciudad por su 75 cumpleaños.

En 1959, tras el regreso del exilio del que fuera alcalde republicano Lorenzo Carbonell Santacruz, Agatángelo fue a recibirlo al aeropuerto y lo llevó en su coche oficial hasta el Club de Regatas, donde le había organizado un homenaje.

Después de la alcaldía

En 1964, un año después de dimitir como alcalde, cesó como procurador en Cortes, pero volvió a ser nombrado en 1967, así como miembro del Consejo Nacional del Movimiento.

En marzo de 1967 promovió la llamada «Operación telegrama». Solo el 31 de dicho mes 1500 alicantinos remitieron telegramas al Ministerio de Obras Públicas protestando por el proyecto de reducción en 3000 m² de la playa del Postiguet y la construcción de una estación clasificadora de vagones del puerto en la playa del Cocó, en sustitución del apeadero del ferrocarril de la Marina. Al día siguiente se paralizaron las obras y el ministro se comprometió a modificar los proyectos que afectaban a ambas playas.

Fue uno de los 19 procuradores que en 1969 votó en las Cortes en contra de la propuesta del dictador Franco de designar como su sucesor a Juan Carlos de Borbón. Dos años después, tras una fuerte discusión con el ministro del Opus Dei Laureano López Rodó, fue multado con mil pesetas y cesado como procurador en Cortes. Dimitió también como consejero del Movimiento en solidaridad con el capitán general de Granada, que había sido cesado por criticar al Opus Dei y defender a la Falange en el conflicto que ambas instituciones mantenían por el control del Gobierno.

En marzo de 1971 veló porque su sobrino José Carlos Rovira Soler, encarcelado en Madrid por ser miembro de una célula clandestina del PCE, no fuera maltratado en prisión: «Se movilizó mucho para impedir que me pasara cualquier cosa».

Publicó dos libros sobre historias alicantinas: «Historias de la Placeta de Sant Cristofol», en 1973, y «Un entierro a la Federica», en 1975.

Tuvo varias embarcaciones, todas llamadas Edna.

Fue presidente de la Caja de Ahorros, consejero del Banco Alicantino de Comercio y presidente del Colegio de Farmacéuticos de Alicante.

Murió el 30 de julio de 1995 en su chalé de la Albufereta, siendo alcalde de la ciudad su sobrino Luis Díaz Alperi.

Fue nombrado hijo predilecto de la ciudad y tiene una plaza dedicada en la Gran Vía, confluencia de las avenidas Pintor Xavier Soler (hermano de Agatángelo) y Juan Sanchis Candela.

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