La naturaleza se ha cuidado de que todos los ríos discurran por el centro de los valles en dirección al mar, y así ha sucedido con el río Segura, solo que una vez superada Orihuela Durante la dominación musulmana, estos llevaron a cabo una gran obra de ingeniería. Mediante muros de contención desviaron dicho caudal, por su margen derecha, ganando altura encauzándolo por medio de acequias, con la mínima inclinación, de manera que el agua, a medida que ganaba distancia, también ganaba altura. Ello permitía que las tierras podían ser regadas por inundación y así se hacía. A su vez se construyeron unos azarbes que recogían el agua sobrante de las tierras regadas por inundación y que, con la mínima inclinación, cuando ganaban distancia, iban ganando altura sobre las tierras. Ello hacía posible que el agua sobrante del primer riego fuera de nuevo utilizada para regar nuevas tierras. Esto fue, a grandes rasgos, una gran obra que tardó muchos años en hacerse y, al igual que a la altura de Orihuela, se hizo a la altura de Almoradí y Rojales, en la que seguramente lo que más preocupó a sus constructores fue que el río no rompiera por la margen izquierda y buscara su cauce natural, ya que el centro del valle estaba muy poblado.

Al finalizar el siglo, pasado tuvimos unas de las mayores inundaciones conocidas y por parte de la administración se decidió hacer una canalización y solucionar este problema para siempre.

En esta obra creo que el redactor del proyecto no tuvo en cuenta que la cota del fondo del río, debía de ser la misma que en la toma de las acequias -Orihuela, Almoradí y Rojales- y, a partir de esa altura, estudiar los laterales. Esto no se hizo así, ya que al llegar al Azud de Rojales se bajó aproximadamente un metro el cauce del río, -(Azud = corte en el río para que cuando lleve poca agua ésta pase a las acequias)-, ocasionando esa diferencia un gran charco de agua estancada que se cubrió con el tiempo de barro, (tarquín), creando problemas de malos olores y mosquitos. Esto mismo se repitió más arriba, en el Azud de Alfeitami-Almoradí y con mayor importancia en el de Orihuela. Además, el cauce se mantuvo de tierra, muy ecológico, pero no se previó que, por lo menos una vez al año, tenían que limpiar las cañas y sacar el barro en frase de la huerta «una fardoma y una monda», comenzando por la desembocadura y teniéndolo así preparado para las avenidas de agua.

También se debía haber previsto que, si en la margen izquierda había que construir algún muro de contención, tenían que haberlo dotado de muy buena cimentación. En lugar de colocar paneles de cemento, que en la pasada riada fueron cayendo como fichas de dominó, en un punto en el que no había roto nunca, originando así las mayores inundaciones conocidas en el término municipal de Almoradí. Puente de Algorfa y finalizando en Dolores.

Cuando se hicieron las obras de canalización publiqué un artículo en Información y en La Verdad, -que creo recordar que se titulaba «Los charcos de la vergüenza»-, y en el que explicaba todo lo anterior.

A lo largo de mis 35 años como profesor de topografía, a mis alumnos siempre procuré transmitirles que, cuando había que hacer un trabajo, había que estudiarlo muy bien y evitar hacer chapuzas. Espero y deseo que en un futuro aprendamos de nuestros errores y planifiquemos las obras que se hagan para que no tengamos que lamentar desastres tan grandes como el que acabamos de sufrir.