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Ramón Pérez

Como decíamos ayer

Ramón Pérez

Marsal, Garci y el Hércules

Película en blanco y negro, humo espeso de cigarrillo rubio, dos tipos hablan sin decir nada, callan diciéndolo todo. Policías en una dictadura a punto de terminar, también en un futuro incierto a punto de comenzar. La conversación, trabada por una amistad tan larga como distante, gira en torno a un caso vicioso, infecto de poder y corrupción; dos viejas palabras que casi siempre caminan de la mano. Ambos se necesitan, tienen prisa por resolver sus respectivos problemas, pero saben que deben tener paciencia. Una palabra de la que tanto presume la Policía, pero que tan poco aparece en el diccionario de los agentes.

El superior alude a la serenidad y para ello cuenta, con pelos y señales, el gol de Marsal ante el Athletic (entonces, el Bilbao) en el Santiago Bernabéu. Uno de los más bonitos que jamás vio el público madridista. Aquel interior regateó dentro del área a todos los rivales que le salieron al paso, incluido al portero Carmelo Cedrún, para después, andando, empujar el balón a la red. En la grada, tantos pañuelos como en una plaza de toros. La obra de arte fue catalogada poco después como el «gol del minuto largo». Era noviembre de 1957.

El largometraje que rescata el gol de Marsal lleva la firma de José Luis Garci. Tan cinéfilo como futbolero. Tan bueno como anacrónico. El crack cero cuenta las aventuras y desventuras de Germán Areta, el detective más famoso de nuestro cine, que impecablemente representó Alfredo Landa y que tan bien homenajea ahora Carlos Santos. El gol de Marsal es la única alusión al fútbol en una película que tiene en el boxeo, otra de las debilidades del director, una sutil subtrama.

Marsal, un niño bien del barrio de El Pilar, fue uno de los históricos del Real Madrid de los años cincuenta y levantó las cinco primeras Copas de Europa de los blancos. El Nene, así le apodó la grada, brilló más que nunca en la 57-58, en la que marcó 15 goles y llegó a debutar en la selección. Años después un balón mal pisado le provocó una lesión de menisco y ligamento de la que no terminaría de recuperarse. Apartado del mundo del fútbol, dedicó su vida a un negocio de fontanería. Mucho antes de pasar a la historia del Real Madrid, con 19 años, se curtió en el Hércules, el primer club que le abrió la puerta al profesionalismo y que ayer cumplió con victoria ante el Ebro 97 años de vida. Que sean muchos más.

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