Hace un par de semanas asistí al Primer encuentro por la igualdad que tuvo lugar en la sede universitaria de Elda. Allí se dieron cita asociaciones, colectivos y entidades que trabajan por la igualdad, el empoderamiento de la mujer y contra la violencia de género. Pude escuchar a mujeres que presentaban los objetivos de su asociación. Desde diferentes ámbitos y puntos de la provincia (Villena, Elda, Novelda, Biar, Petrer, Alicante, Muro de Alcoy, Alcoy, ?) quedé sorprendida al ver el ingente trabajo, las ganas y la fuerza con la que realizan una importante labor desde el asociacionismo y el voluntariado. Muchas de las asociaciones o entidades -Cruz Roja- trabajan con fondos del Pacto de Estado contra la violencia de género para prevenir y sensibilizar en temas de acoso sexual y violencia de género; algunas trabajan en temas de coeducación y de igualdad de género. Era un sábado por la mañana y pensé: «Tantas personas en lugares distintos trabajan y dedican su tiempo a fomentar una sociedad más justa, más igualitaria». Había una amplia mayoría de mujeres acompañadas por la Asociación Hombres por la Igualdad y el acto permitió visibilizar acciones y crear sinergias.

Esta semana supe que el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades ha adquirido el compromiso de corregir las barreras a la igualdad de oportunidades de las mujeres investigadoras que se puedan derivar de la maternidad: tu actividad profesional no debería penalizar tu vida personal, pero ser madre tampoco debería penalizar tu profesión. Esa es la asignatura pendiente que nos interpela como sociedad y a la que los poderes públicos han de dedicarse. Y es que la carrera por la igualdad es lenta y cada avance se consigue con el esfuerzo de muchas personas, con pequeños grandes logros. Un ejemplo, hoy tanto en las universidades como en los centros de investigación, el discurso de la igualdad y la necesidad de adoptar medidas para que la carrera científica no se vea perjudicada por la maternidad es un hecho que nadie -excepto la extrema derecha que se empeña en negar la desigualdad de género- se atreve a poner en tela de juicio. En mis tiempos -yo leí mi tesina a punto de dar a luz de mi segundo hijo-, estas medidas eran impensables. Estos logros colectivos no han caído del cielo, se los debemos al feminismo, a los estudios de género que se han consolidado en las universidades, a los partidos políticos que han incluido la igualdad en sus prioridades de gobierno, en definitiva, al compromiso de muchas mujeres y hombres.

El jueves tuve la oportunidad de asistir a los premios eWoman organizados por el grupo editorial Prensa Ibérica y el diario INFORMACIÓN. Van por la tercera edición y se han realizado en 16 ciudades. Este evento pone en valor el liderazgo femenino como ejemplo. El objetivo es ofrecer referentes para estimular a mujeres emprendedoras, contar sencillas experiencias vitales o profesionales para acompañar y motivar a las mujeres. Porque es necesario estimular a las mujeres, aportan el 50% del talento. Esta edición ha reconocido las trayectorias de Nerea Garmendia, actriz; Teresa Martínez Vilaplana, directora del centro banca privada de Alicante de CaixaBank, Cristina Hawkins, directora de marketing de Starlite y de Silverio Ros, CEO de Pianno39. ¡Es la primera vez que se premia a un hombre! Este emprendedor, de Callosa de Segura, que vendía en mercadillos y ahora factura tres millones es todo un ejemplo de éxito económico y de valores humanos. No sólo su empresa se centra en artículos para el público femenino, sino que más del 80% de su plantilla está formada por mujeres. Silverio reconoce que hay un discurso en la calle para que no se contrate a mujeres y él lo ha desmontado. Afirma con esa ingenuidad contundente que su empresa no debería ser noticia por una plantilla mayoritariamente femenina, debería ser noticia lo contrario, tener a pocas mujeres. Desde visiones y perfiles diferentes, se ha subrayado la importancia de la educación en igualdad, la importancia de la igualdad en las empresas y la necesidad de desmontar falsos mitos.

He mencionado tres hechos que permiten hacer una constatación: hemos avanzado mucho como sociedad en el ámbito de la consecución de la igualdad. La sociedad, las empresas y los medios de comunicación son cada vez más conscientes de su implicación con la igualdad. La igualdad de género refuerza la imagen corporativa de la empresa, rentabiliza su negocio y además es el quinto de los objetivos de desarrollo sostenible. Las mujeres somos conscientes de la importancia del trabajo colectivo porque cada mujer emprendedora que triunfa puede leerse, en cierta manera, como un éxito colectivo. Debe algo a quienes la precedieron y se convierte, a su vez, en mentora de sus sucesoras. Queda mucho por hacer y desgraciadamente, las noticias siguen señalando que la pobreza y la precariedad tienen rostro de mujer, pero si echamos la vista atrás, es mucho lo conseguido en el debate político y social. Sin bajar la guardia, es justo, beneficioso y reparador detenerse y observar que muchas mujeres en distintos lugares empujan hacia la igualdad. Mi mentora fue mi madre que me ayudó y me animó a ser independiente económicamente con mi trabajo. Muchas de nuestras madres no lo tuvieron. Hoy, son cada vez más las mentoras que ayudan y animan a realizar tus sueños. Con su ejemplo, representan una igualdad sin fronteras de sexo.